Orígenes
El viento
corría torrencialmente ese día, pero igualmente me aventuré a la tienda. Las
calles estaban casi vacías, solo interrumpidas por algún transeúnte que se
dirigía a su casa o al trabajo con un paso apresurado y apenas molestándose en
mirar a los demás. El cielo volvía a teñirse del color dorado característico,
era casi como si los edificios de la ciudad se bañaran de oro, uno con tonos de
rojo, como ocurría en los espectáculos de la tarde. Miraba el suelo mientras
caminaba, mi padre dice que lo hago porque no me gusta ver a las persones, como
si sufriera, yo sinceramente no lo sé, tal vez solo lo hago para ver mis pies,
no podría decirlo.
Los
periódicos en el suelo demostraban el poco interés que tenía la gente por las
noticias de esos días, pude entrever un trozo de uno de ellos, pero solo logré
distinguir la sección de historietas, aquellas con la Gran Liga de la Justicia,
en realidad nadie pone mucho interés en esas viejas historias, aunque sean el
símbolo de justicia y las grandes figuras del país, difícilmente logran formar
parte de nuestra identidad como sociedad, es cierto: son nuestros antepasados,
no obstante la repetitiva historia que nos han enseñado a todos desde niños se
ha vuelo tediosa y antigua, algún gran suceso con el cual no nos identificamos
como población, un pedazo de historia perdido y fuera de lugar. A mí tampoco me
apetece leerlo, por lo que sigo caminando decididamente hacia el local.
No dejo de
pensar en la historia, se supone que ellos eran los seres más poderosos del
planeta tierra, protectores, dioses. El líder era Lex, un multimillonario que
usaba todo su dinero para ayudar a los sectores pobres de la ciudad, pero
cuando la situación lo ameritaba se ponía un traje con el que resultaba casi
invencible. Circe era una hechicera que mantenía una belleza de juventud
eterna. Professor Zoom, él podía correr más rápido que la luz y acababa con los
alborotadores antes de que se dieran cuenta. Siniestro era el protector de la
galaxia, poseía un anillo con el que podía construir estructuras a voluntad.
Merlin era el vigilante callejero que usaba arco y flecha. Hay muchos más, pero
ellos son los principales, eran los que hacían cara a los alborotadores, gente
que atentaba contra la paz ininterrumpida que hemos disfrutado en la ciudad desde
hace mucho tiempo. Ya no los necesitamos, porque la gente se ha vuelto
tranquila, más civilizada, sin embargo, lo que veo cada día es algo distinto,
en mi escuela escucho a mucha gente que quiere hacer las cosas diferentes, todo
ocurre porque ya no creen en los antiguos héroes. Encontraba extraño jamás
haber visto alguna protesta en las calles, por la manera en que creaban planes
creía que ya habría tenido la oportunidad de apreciar alguno.
Llegué a la
entrada de la tienda, desde fuera no parecía un lugar que tuviera alguna
actividad humana, a pesar de tener vitrinas, estas estaban pintadas de negro y
no poseía ningún letrero que atrajera a la clientela, a veces me preguntaba
cómo podía mantener el negocio tapando todo el material, otras veces me preguntaba
cómo lo iba a hacer si no. El anciano tenía algunas ideas radicales con
respecto a los superhéroes, se pasa el tiempo dibujando historietas acerca de
eso, eran otros héroes con otros nombres y otros objetivos. Él decía que la
historia fue modificada, que los verdaderos héroes eran aquellos que
protagonizaban los cómics y ponía a los personajes de los diarios como los
villanos. A veces pensaba que estaba loco, a veces creía que no tanto, pero de
cualquier modo seguía yendo a la tienda y seguía comprándole material, no era
la única, tenía un par más de clientes habituales y el resto era gente que
compra alguno y nunca volvía, pues había personas que lo consideraban un
terrorista o peor aún, un alborotador. Yo en realidad no sabía qué creer.
Entré sin
tocar la puerta y me encontré con un lugar abarrotado de cajas y cubierto por
el polvo, completamente oscuro y con un olor a libros viejos, esa era solo la
entrada, sabía exactamente dónde ir. Me dirigí a una puerta que se encontraba
al fondo de la habitación. Luego salí a un pasillo y después a una puerta a mi
izquierda, ahí me encontré con el viejo dibujando con una luz muy tenue que
provenía de una vela y solo lo alumbraba a él. Presioné el interruptor a lo que
él reaccionó con un gruñido y se tapó los ojos hasta acostumbrarse a la
luminosidad. La habitación olía a pintura y se sentía extrañamente fresca a
pesar del tiempo que debía llevar cerrada, creo que alguna vez me contaron
sobre un tipo de aire acondicionado para las historietas, ya no lo recuerdo.
-¿Qué
tienes?- pregunté, la cortesía quedó atrás hace mucho.
-Eso no
importa- respondió con su voz de anciano amargado. Me miró con un brillo en sus
ojos, un resplandor que jamás había visto- Algo grande se acerca. Lo sé, he
revisado algunos de los tomos antiguos, no tengo una fecha exacta ¡Se aproxima!
-¿Qué se
aproxima?
-Un nuevo
nacimiento-sopló la vela, se levantó de la silla, tomó las hojas en las que
estaba dibujando y las llevó a un estante lleno de otras páginas con dibujos,
miré el pizarrón donde colgaba sus diseños, siempre estuvieron allí los mismos
dibujos, sin embargo, ahora había algo distinto, habían nuevos rostros que no
conocía, uno de un chico con cabello castaño que apenas se distinguía detrás de
una capucha de color negra, me recordó a Merlin, uno de los insignes de la
liga, algo muy raro estaba pasando. Mis ojos se alejaron de ese dibujo y
observé todos los rostros que adornaban el muro. Me detuve en una chica de cabello
negro y antifaz rojo, era lo único que se veía, pues la imagen estaba borrosa,
me pregunté por qué sería así, casi me dio la impresión de que era…- ¡Tú!
-¿Cómo?- me
alejé de la pizarra y miré a la figura jorobada que se encontraba a mi lado.
- Debes
decirle a todos, quizá a algunos les dé esperanza, además no sabrán qué hacer,
no sabrán cómo utilizar sus poderes y deben acudir a mí- Lo miré un momento
mientras intentaba descifrar el mensaje que estaba tratando de entregarme.
-Anciano-
suspiré- tal vez sea el momento de que lo dejes por un rato, ya no reconoces la
diferencia entre la realidad y la…
-¡No me
digas que he perdido la cordura! No me trates como un viejo loco, tengo mucha
más claridad que tú, pequeña- Se había colocado rojo de rabia y se dio vuelta
para mirar el tablero con los dibujos. En realidad era extraño que me llamara
pequeña, ya que soy más alta que él, pero nunca me he quejado de ese nombre, pues
siempre me he sentido un poco inferior a su lado, siempre fue un hombre muy
sabio… en ese momento me daba pena- ¿Por qué?- Preguntó sin mirarme mientras
levantaba una mano para tocar unos bocetos- ¿Por qué leías mis historias si no
creías que eran reales?
-Mi interés
por tus historietas nunca fue una creencia de si eran ciertas o no, me gustaban
mucho más que los héroes de los diarios, los tuyos luchaban por lo que creían
justo, no lo hacían por un gobierno, cada uno tenía un poco de rebeldía a su
manera, rompían la ley si era necesario para salvar a otra persona… Sentía que
lo que hacían era lo correcto…- Miré al viejo tratando de apelar a su lado
sensible, lo que yo había dicho había sido realmente sincero.
-Tal vez
esperé mucho de ti- tomó la vela y se alejó a otra habitación.
Me fui de
la tienda sin dejar de pensar en las palabras del dueño, decía que algo iba a
nacer, si lo que dice fuera real… no, no debo pensar en esas cosas, nunca
fueron reales, solo alucinaciones.
Era de
noche ya cuando me fui caminando, hacía frío y los faros eran los únicos que
iluminaban la calle, era una oscuridad callada, muy callada, como si el mundo
aguantara la respiración porque sabe que algo va a pasar, miré hacia el abismo
de oscuridad que se cernía sobre mí, pude ver un punto blanco que contrastaba
con el negro, me quedé quieta un momento sin saber qué era, entonces recordé
haber escuchado que hace algunos siglos atrás podían verse otros soles en el
cielo, solo que más pequeños y claros, yo nunca había visto uno ¿Significaba
algo? Solo sé que luego de ese día jamás volví a ver al viejo.
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