domingo, 21 de agosto de 2016

Liga de la Justicia: Ciudad de Metal. Capítulo 4

“¿Cómo estás?”
“Igual que siempre, no tienes que preguntar”
“¿Vienes a la junta?”
“Tal vez en otra ocasión”
Estaba en mi habitación, al igual que siempre, el olor a sudor, a tinta y plástico se había vuelto prácticamente parte de mí. Mis ojos ya se habían acostumbrado a mirar la computadora continuamente y mis manos podían escribir a una velocidad superior a la de un hombre regular. La red era mi único contacto con el mundo exterior, pero gracias a ella podía estar en cien lugares a la vez y me ocupaba de no perder el tiempo. Algunas personas me consideraban un holgazán por estar todo el día allí, centrado en cosas que ellos no podían entender, pero nadie podía culparlos, no estaba en sus manos, la culpa era de las personas que lo ocultaron, los demonios del pasado. Además, es difícil de creer que pueda conectarme con personas al otro lado del mundo a través de esta caja, en un principio ni yo lo creía.
La música siempre estaba demasiado fuerte, aunque solo fueran unas inofensivas tocatas de rock. Hacía ruido, sí, pero era mejor que escuchar el tecleo de mis dedos todo el día que estuvo al borde de llevarme a la demencia. Pero muchas cosas estaban cerca de volverme loco. No soy un tipo tan distinto a los demás, solo tuve la fortuna de acabar así. Antes solía salir con amigos y disfrutaba de actividades al aire fresco, no sé si aquella era una vida mejor o peor, pero fue cuando me metí en este sótano que me reveló una verdad que yo ignoraba totalmente.
Pero ni siquiera una persona como yo podía pasar todo el día frente a la computadora. A veces apagaba todo, excepto por una lucecita que tenía de pequeño y me ponía a dibujar. Nada en particular, en ocasiones eran personas que imaginaba, en otras eran lugares que quería visitar, pero al fin y al cabo eran solamente sueños, fantasías que tenía dentro de esa pequeña habitación. Me parecía extrañamente placentero crear cosas que vinieran de mi mente.
Moví el ratón y lo situé sobre uno de mis contactos.
“¿Estás ahí?”
Hace semanas que no respondía, desde la protesta que muchos de mis compañeros no hacían acto de presencia, desde el primer momento me temía lo peor, pero aún no quería darme por vencido. Desvié mi vista de la máquina para tomar un sorbo de una gaseosa. El líquido recorrió mi garganta calentando todo a su paso. Suspiré, tenía hambre, solo tenía que esperar a que alguno de mis padres recordara que tenía un hijo y se le ocurriera bajar a alimentarme, por suerte eso pasaba un par de veces al día. No sabía por qué me seguían considerando de su propia sangre, me imaginaba que no debía ser muy placentero tener que gastar tanto dinero en un ser que se la pasa todo el día frente a un ordenador… en especial con unas piernas tan inútiles como las mías, solo servían para colocarlas en la silla y ser un estorbo.
Seguí navegando por la red cuando miré la hora: las 12. Era imposible saberlo dentro de ese bunker, la luz no se atrevía a poner pie allí dentro, por lo que se podría decir que vivía en una oscuridad eterna, solo interrumpida por la reluciente pantalla de la computadora o la pequeña lámpara de mi izquierda. Coloqué mis manos a los lados de la silla de ruedas y me moví para apagar la ruidosa música. Entonces la escuché. Su tintinear monumental llegaba a todos los rincones de la ciudad, a mí me gustaba. Podía significar un recordatorio de represión severa, pero yo sabía que eso no era lo único. De alguna manera podía escuchar en su interior un aullido salvaje, un grito de libertad y un rechazo a su destino. La Campana era su ciudad. Podían haberla convertido en un símbolo del gobierno, pero yo sabía que en algún momento había sido la imagen de propiedades diferentes, algo como la esperanza, al menos esa era la perspectiva que yo quería darle. Tal vez finalmente estaba perdiendo la cordura.
Suspiré.
“¿Estás ahí?”

-¿Alguien puede decirme qué es el síndrome del superhéroe?
Tommy fue el único que alzó la mano, aunque todos le decían el Dientón, pues ya casi no le quedaban dientes debido a la frecuencia con que lo golpeaban. Yo prefería decirle Tommy, pues él me llamaba Christopher y tenía el deber de devolverle el gesto.
-Así les dicen a las personas que creen tener superpoderes, pero en realidad están locas.
-Muy bien, eso significa a grandes rasgos, pero ¿Saben cuándo surgió esta enfermedad?
-Cuando apareció la liga de la justicia- algunos de los abusivos se volvieron para mirarlo, se veían bastante cabreados. Él sabía que tenía que dejar de hacer eso antes de que se quedara sin dentadura, pero por alguna razón estaba decidido a no detenerse. Yo le tenía cierto respeto, pero prefería mantenerme alejado de él.
Me mantuve toda la clase sin moverme, habían algunos que se mantenían atentos, aunque solo eran uno o dos, el resto hablaba entre sí o lanzaba cosas, pero claro, nunca tan descaradamente con la profesora de Historia, ella era la única de la escuela que era capaz de mantener algún tipo de orden en la sala de clases. Yo solo miraba por la ventana, no era lo más grato del mundo, pero conseguía relajarme un rato. Las luces del atardecer lograban pintar el palacio de árboles de un color otoñizo, a veces el brillo anaranjado se asemejaba al de Central, pero luego desaparecía tan repentinamente como había llegado, pues la Vieja Gotham era la ciudad plateada, sus cielos la pintaban de un color blanquecino al llegar la noche.
Cuando la profesora comenzó a hablar de los centros de rehabilitación, para las personas afectadas por el síndrome, me estremecí. A veces me daba miedo pensar en eso, últimamente mucha gente estaba siendo diagnosticada con esa locura, por alguna razón se estaba esparciendo. Tenía un mal presentimiento acerca de eso.
Bostecé, el letargo se estaba apoderando de mi cuerpo, la imagen de hojas cayendo me mantuvo hipnotizado hasta que las pestañas de mis ojos comenzaron a abatirse sin mi consentimiento. Para evitar quedarme dormido comencé a dibujar en la ventana con mi dedo, mas esta no estaba empañada, por lo que no se podía apreciar nada. No me importó. Casi podía ver Central con sus edificios y sus calles, mi casa y a mamá.
La visión fue interrumpida por un haz de luz anaranjado, avanzaba rápidamente, tanto que era casi imperceptible. Se fue acercando cada vez más, hasta que todos los edificios que podía ver se fueron iluminados de manera cegadora. Mis ojos apenas tuvieron la capacidad de vislumbrar lo que ocurrió en esos segundos, de repente todos se encontraban en silencio y este fue interceptado por el rugido de una onda de impacto. Cerré mis ojos para aguantar la secuela, pero no se propagó como yo esperaba. Los árboles fueron los únicos atacados por una ola de viento que azotó todo a su paso.
Sentía cómo mi corazón latía desesperadamente, lo había visto todo, un asteroide había chocado contra Gótica.



Alturas Misteriosas. Capítulo 5: El Bosque (Parte 2)

Dio un vistazo hacia atrás y se aseguró de que Katrina no estaba a la vista, en ese momento se volteó y volvió sobre sus pasos, tal vez si regresaba de inmediato no se perdería y arruinaría los planes de su contrincante. Se equivocó. Luego de caminar un rato lo supo, estaba irrevocable y atrozmente perdida ¿Cómo? Estaba segura de que había pasado por el mismo lugar en que la habían dejado, eso significaba que la pelirroja se había movido, lo cual no era tan sorprendente pero… ¿Félix? ¿Le había seguido la corriente?
Todo a su alrededor era igual, los mismos robles, las mismas raíces, las mismas hojas, los mismos insectos revoloteando. Era imposible orientarse en ese laberinto ¿Qué le pasaría? ¿Cuánto tiempo sobreviviría? En cuanto sus padres de dieran cuenta de su desaparición enviarían un equipo de rescate, pero aquel bosque parecía extenderse hasta el infinito ¿Qué hacer entonces? Tenía un pequeño tentempié en la mochila, pero probablemente moriría de frío antes de que cualquier salvamento posara un pie en aquel lugar. Ya podía sentir la brisa pasando a través de su ropa. Comenzaron a caer lágrimas de sus ojos y su cabeza dolía, sentía la frustración apoderándose de ella. Finalmente la habían eliminado, de todas las trastadas que habían hecho contra ella esta era la definitiva ¿Por qué se merecía tanto odio? Y lo peor de todo ¿Por qué no se alzó el chico para protegerla? Tal vez él era igual a todos los demás.
-Tenías razón, Tikki- musitó con las gotas de agua inundando su rostro- Siempre tuviste razón.
El pequeño ser se deslizó por el bolso la chica y se colocó frente a su portadora mientras levitaba en el aire.
-Bridgette, no te pongas así. No tenías manera de saber que ella te haría esto- sonrió levemente- Pero para la próxima tienes que enfrentarla, no puedes hacer todo lo que te diga solo por la presión del grupo.
-No es tan fácil, ella es demasiado poderosa. Puede hacer lo que quiera conmigo- gimió mientras su llanto se acentuaba- pensé que Félix…
-¡Oye! No importa lo que haga el chico, tú deberías saber defenderte por ti misma,
-Lo sé, pero… pensé que él era distinto- la pequeña kwami le limpió las lágrimas de las mejillas- cuando estábamos fuera de la sala del director él se mostró muy valiente y… él… pensé que le importaba las personas pero- tragó saliva y frunció el ceño- No importa- negó con la cabeza- No es la persona que yo creía. Tenemos que salir de aquí ¿Si me conviertes existe alguna posibilidad?
-No lo sé, Bridgette… esta arboleda parece ser demasiado grande. Incluso si te transformaras en Ladybug y te alzaras por sobre los árboles… no creo que lograras orientarte o ver un final.
La muchacha bajó la cabeza con resignación y se apoyó en el tronco de uno de los cuantos robles que la rodeaban y encerraban. Se tapó la cara para ocultar su llanto, se sentía demasiado triste para pensar. Su compañera se posó en su hombro y trató de consolarla. Cuando la peliazul tuvo el ánimo para levantarse siguieron caminando. Esta vez lo hizo más pausadamente, alzó la vista y observó el cielo, tan hermosamente constituido, parecía hecho por un ser superior que apreciaba el arte más delicado en todo el mundo. A veces esa chiquilla se sentía mucho más diminuta de lo que era, en esos momentos todo lo que veía a través de sus ojos era infinito.
-¡Cuidado con el tronco!- la aguda voz de la kwami la sacó de sus cavilaciones. Efectivamente había estado a punto de chocar torpemente contra un roble. Dio un largo suspiro por tener a alguien que la acompañara en esos momentos- ¿Qué es eso? ¡Mira!- el ser apuntó a su derecha.
Una cabaña estaba plantada en ese lugar, casi invisible, pues muchas capas de hojas tapaban gran parte del lugar. Estaba hecha de madera añeja y se veía bastante chica. Bridgette no pudo resistir la curiosidad y se aventuró a husmear.
-Este lugar me resulta familiar- comentó Tikki cuando estuvieron en la entrada de la casa. La muchacha abrió la puerta, la cual rechinó vigorosamente.
-No me esperaba verte tan pronto- escuchó la peliazul, la voz provenía desde el interior, que se encontraba completamente a oscuras, le resultó extrañamente familiar. Cuando dio unos pasos hacia adentro se encontró con una habitación sencilla, que poseía escasos muebles. Cuando los ojos se le acostumbraron pudo discernir a la figura sentada a unos metros más adelante. Se quedó congelada cuando reconoció al supuesto hermano del director- Luces sorprendida. Supongo que me recuerdas… Siéntate- indicó una silla a su lado. La muchacha dudó un momento, pero finalmente se decidió a tomar su lugar.
-¿Usted no…?
-Bridgette… tienes muchísimas cosas que aprender, lamento haberte mentido en aquella ocasión, pero simplemente no podía decirte quién era, al igual que ahora no debo contarte todos los secretos que aguardan- la muchacha pestañeó repetidas veces- Sé que estás confundida y que tienes bastantes preguntas…
-¿Por qué está usted…?- la chiquilla se quedó inmóvil, sin capaz de terminar la oración, luego se paró y salió de la estancia, miró el exterior y volvió a entrar- ¿Cómo sabía que yo vendría aquí?
-Tenía una vaga idea- le entregó una plácida sonrisa- las fuerzas del universo a veces actúan de modos que no comprendemos, pero al fin y al cabo están ahí. Es solamente una gran coincidencia.
-Entonces…- se acomodó en su asiento- ¿a qué vine?
-No lo sé, tal vez para aprender un poco acerca de tu poder… ¿Tikki?
La mariquita roja se deslizó por la manga de la muchacha y se alzó entre ambos con su fuerte resplandor rojo.
-¿Qué tal, maestro?- La kwami mostró una alegría incalculable en el rostro- pensé que no lo vería en mucho tiempo- el viejo se arrugó aún más debido a una extraña sonrisa.
-¿Cómo sabía que yo estaría aquí?- repitió la chica, perpleja.
-Bueno, como ya mencioné, hay fuerzas extrañas que interfieren cada día en nuestro que quehacer, como la pequeña criatura que tienes ahí- apuntó a Tikki- Verás, ella es parte de un mundo totalmente nuevo, tú solo has descubierto una pequeña parte de él y no puedo revelarte muchos de tus misterios.
-¿Por qué no?
-Porque, pequeña… tú debes hallarlos por tu cuenta, pues es la única manera de que lo entiendas bien, si te lo explicara en este momento podrías interpretarlo de forma incorrecta... pero para responder tu pregunta inicial voy a darte una pequeña ayuda ¿Has tenido algún sueño extraño últimamente?
-Hmm…- Bridgette buscó entre sus recuerdos y encontró las leves palabras de un ser que hablaba de un mal, recordaba los escalofríos que sentía al escuchar esa voz tan llena de miedo. Luego se remontó al día anterior, en el cual había soñado con un muchacho de cabello castaño que jamás había visto viajando en un tren- Sí, eso creo…
-Pues debes atesorar muy bien esos vistazos. Verás… el poder que rodea a las fuerzas que utilizas son muy reservados y la manera en que representan su energía es en el mundo onírico, es decir, en los sueños.
-¿Eso quiere decir que puedo ver el futuro?- interrogó la de cabellos marinos con los ojos muy abiertos.
-Tal vez, es difícil descifrar el mensaje, pues se encuentra en ocasiones bastante encriptado. Solo puedo decir que me ha llegado a mostrar el pasado, el presente… y a veces el futuro, pero dependerá de la energía errante que te encuentre dormida. Tú eres parte de ese círculo desde que tu destino te colocó en el camino de Ladybug.
La muchacha se quedó pensativa, mirando el suelo. Tenía tanto que meditar, tantas preguntas ¿Cómo elegir cuál de ellas era respondida primero? Se encontraba en un verdadero embrollo mental.
-Antes de que digas cualquier cosa…- agregó el hombre de cabello blanco- debo entregarte un último consejo. El don que te fue entregado (por mí, como habrás deducido) es una de las armas más poderosas del universo. Debes utilizarla para el bien y ayudar a aquellos inocentes cuyas almas son puestas a prueba. Cada vez que el Papillon utilice un akuma para fines malvados tú debes estar allí y detenerlo.
Bridgette asintió.
-¡Ahora vete! Ya he dicho demasiado, además debes volver al bosque ahora mismo- hizo que la adolescente se levantara y luego la empujó hacia la puerta.
-Pero… pero… no sé dónde ir… tiene que ayudarme.
-Allí- el anciano apuntó hacia las constelaciones en cuanto se encontraron fuera de la cabaña- ¿Ves esa estrella? Se llama Ta Shin, síguela y te llevará siempre al norte, así encontraras tu camino de vuelta- No esperó más respuesta y regresó su refugio.
La peliazul se quedó allí, totalmente desconcertada y hecha piedra ¿Qué acababa de ocurrir? Por suerte la kwami volvía a ayudarla a reaccionar. Entonces comenzó a caminar, pues no era necesario preguntar si el viejo la dejaría entrar nuevamente, ya que había dejado muy en claro que debía apartarse de él lo más rápido posible. Fue por esto que comenzó a seguir la estrella con obediencia desmesurada. En ocasiones no lograba vislumbrar con claridad el astro a causa de las ramas altas y le pedía a Tikki la orientación, la cual volaba a las copas de los árboles e indicaba el lugar de Tan Shin.
-¿Bridgette?- escuchó de repente sobresaltada- ¿Estás ahí?
Y por si la velada no estuvo suficientemente llena de sorpresas, aquí se presentaba ante ella la mayor de todas, correctamente vestido y con su seria expresión alumbrando todas las esperanzas de la chica. El solo hecho de tenerlo frente a ella invitaba a venir el desmayo. Sus piernas temblaban, su corazón se encontraba totalmente descontrolado y eso que su cerebro aún no había tenido tiempo para procesar todo lo ocurrido “¡Lo sabía!” Exclamó para sus adentros. Sabía que él no la abandonaría… pero estaba solo. Tal vez él también se había perdido.
-¿Félix?- cacareó a duras penas. Ni siquiera las palabras lograban fluir con normalidad- ¿Qué haces aquí?
-Emmm…- agachó su cabeza nervioso. El corazón de la muchacha dio un vuelco ¿Se había sonrojado?- Vine a buscarte- La Bridgette interior volvió a celebrar, pero esta vez había ponche y globos, muchísimas versiones pequeñas de ella bailaban y hacían sonar cornetas. Pequeños papeles coloridos flotaban por toda su casa mental- Lo que hizo Katrina estuvo mal… No tenía idea de que te dejaría allí para que te perdieras. En cuanto lo supe me rehusé a seguir caminando.
-¡Oh!- exclamó la chiquilla justo antes de dejar escapar una extraña risa nasal- Emmm… gracias…
-No te preocupes, a veces ella puede ser…
-¿Detestable?- añadió con una sonrisa.
-Sí- tuvo que admitir el rubio, entonces realizó el gesto más parecido a una sonrisa que la muchacha había visto atravesar su rostro.

Continuaron su camino hablando de cosas banales, pues la chiquilla tenía problemas para establecer conversación con otros temas, debido a que el muchacho la hacía perderse en los pensamientos más simples. Félix logró contactar algún tipo de rescate mediante su dispositivo móvil y fue así cómo lograron volver a casa.


miércoles, 17 de agosto de 2016

Alturas Misteriosas. Capítulo 4: El Bosque (Parte 1)

Bridgette no paraba de mirar a través de los cristales, habían demasiados enredos en su cabeza como para concentrarse en lo que tenía que hacer: llegar al salón de clases. Tal vez si las nubes se disiparan, tal vez si el sol tuviera el decoro de salir ella podría finalmente ordenar sus ideas, pero ni siquiera el clima se ponía de su lado. El rostro de la contemplativa muchacha reflejaba una suave ensoñación. Parecía tan tranquila, rozando lo flemático, sus ojos se encontraban caídos parcialmente. Cualquiera hubiera pensado que estaba a punto de quedarse dormida. Solo había una persona que tenía la capacidad de extraerla de su sopor. Tal vez si él no hubiera atravesado ese pasillo en ese preciso momento ella seguiría allí, contemplando la verde frondosidad del jardín de la escuela. Pero su vista periférica captó la tela del oscuro traje del chico rubio que tanto la obsesionaba y Félix pasó por su lado en su camino a la sala sin siquiera notar su sosegada presencia. La peli azul pestañeó repetidas veces mientras el pasillo de la escuela volvía a adquirir color. El muchacho iba en la misma clase de ella, lo había descubierto hace unos días, pero no tenía el coraje para acercarse ni para establecer algún tipo de comunicación con él, no porque ella fuera tímida, sino porque nunca sabía qué decir y cada vez que tenía intenciones de caminar hacia él su estúpido cuerpo la colocaba tiritona y le otorgaba inoportunos problemas para respirar. En cuanto lo perdió de vista comenzó a caminar detrás de él. No tenía ninguna idea de la hora, pues hace unos días había tirado su móvil accidentalmente.
La profesora de Química no tenía la misma amabilidad de los otros profesores, solía ser un poco más estricta y a veces malhumorada, por lo que cuando descubrió a ambos muchachos llegando tarde no tuvo otra resolución más que de amonestarlos en cuanto cruzaron la puerta. El estudiante se mostró indiferente al ver a Bridgette llegar detrás de él y resulto tremendamente respetuoso mientras escuchaba a la profesora. La adolescente de piel clara tragó saliva y se dirigió a su puesto cuando la maestra detuvo su latosa charla.
-Como iba diciendo antes de la interrupción… - La señorita Caroline tenía una voz relativamente grave y no resultaba molesta al oído, pero podía serlo cuando tenía palabras venenosas- Tendrán que hacer un trabajo en grupos, la temática central son los electrones de valencia…- la profesora siguió hablando, mas la chiquilla que se sentaba en la parte posterior volvía a tener la cabeza en las nubes ¿Quién había decidido colocarla detrás de Félix? Tampoco se encontraba tan cercana a él, pero desde aquella posición tenía al muchacho dentro de su campo de visión y había resultado imposible concentrarse con esa gigantesca distracción, apenas notaba cuando su mente ya estaba divagando en torno a fantasías rosas y hermosas tardes de verano. Por supuesto también tenía la desgracia de sentarse justamente a la espalda de Katrina, la muchacha de cabello rojizo que tenía la costumbre de portarse como bravucona- … los grupos los elegiré yo y tienen hasta la próxima semana para terminarlo- luego la maestra de cabellos negros tomó la lista con los nombres de los estudiantes y comenzó a elegir, agrupaba en torno a cinco personas en cada caso- Bridgette….- la muchacha alzó la vista- con Sergio, Pete, Katrina- sintió cómo un repentino escalofrío recorría todo su cuerpo mientras pronunciaba aquellas vocales- Y… Félix- desde su corazón comenzó a expandirse una ola de calor y pronto cubrió todo su cuerpo hasta ruborizarle las mejillas. Tal vez el universo sí era justo al fin y al cabo, aunque aquello también tenía sus grandes inconvenientes, pues Katrina también parecía tener una fijación en el nuevo estudiante, ya que en numerosas ocasiones se le había aparecido a un lado y habían intercambiado palabras, aunque, por supuesto, Félix se mostraba frío y distante.
Terminó la clase y Katrina llamó a todos los participantes del grupo para que discutieran sobre la tarea, Bridgette no tuvo más remedio que acudir. La pelirroja tenía una gran sonrisa en el rostro y comenzó con el discurso en cuánto los demás integrantes se colocaran a su alrededor.
-¡Hola! Como sabrán el proyecto debe entregarse la próxima semana, por lo que propongo juntarnos el sábado para hablar del modelo que realizaremos- muchos de mis compañeros asintieron, pero nuestra protagonista sabía que era una pésima idea, ella hubiera pensado en acordar el proyecto en ese mismo momento para trabajar en él algún día del fin de semana. La idea de Katrina solo conllevaba un gran tiempo muerto en el cual seguramente terminaran haciendo cualquier cosa menos tarea, pero no tenía la autoridad para negarse. Félix se mantuvo inmóvil- Muy bien, entonces nos vemos en la torre Eiffel.

-¿Estás segura de que es una buena idea? Ella no es una chica particularmente amable… ¿Cómo sabes que no intentará ninguna pillería contra ti?- preguntó tikki con genuina preocupación, desde que Bridgette usaba su Miraculous había disfrutado de su compañía y ya se podían considerar amigas.
-Entiendo a lo que te refieres, pero ¿Qué puedo hacer? Si no asisto va a tener una excusa para que la profesora me repruebe, además… Félix estará allí, él no la dejará molestarme.
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Desde que él está aquí ella no ha intentado incordiarme, parece ser que no quiere actuar como una idiota a su lado- era cierto, desde hace un par de días parecía una estudiante regular, pero no sabía cuánto soportaría reprimir a su matona interior.
 La muchacha de cabellos marinos se encontraba en el transporte público lo suficientemente alejada de los demás pasajeros para tener libertad de hablar con su kwami. Eran pasadas las tres de la tarde y su madre había tenido la consideración de hacerle un sándwich en caso de se quedara afuera hasta muy tarde. En cuanto vislumbro el campo Marte se levantó y se aventuró a lo desconocido. Frente al monumento encontró a la pelirroja con los demás. Algunos de los chicos que estaban allí se quejaron de su tardanza, aunque ella había llegado justo a tiempo. No tenía un coche particular como los demás.
Katrina les mostró una lujosa limosina para que se transportaran a un lugar más tranquilo. Todos sabían que ella provenía de una familia con bastantes recursos, seguramente nunca se preocupó por el dinero y pasó toda su vida siendo consentida ante cualquier pequeño capricho. Era difícil empatizar con alguien sí.
La dueña del carro se sentó en la parte delantera y le indicó a Félix que hiciera lo mismo. Bridgette sintió una leve molestia, mas no tenía ninguna excusa convincente para quejarse. Luego de que los demás subieran ella quedó sola en la parte trasera de vehículo. Se mantuvo quieta y callada por una gran parte del trayecto. Luego de media hora comenzó a moverse intranquila en su asiento y al pasar una hora Sergio abrió la boca:
-¿Adónde vamos?
-Bueno… estaba pensando ¿Por qué no pasar a algún lugar donde podremos estar solos y divertirnos? Entonces le dije al chofer que nos llevara a un lugar al que me gusta ir.
Todos se quedaron en silencio. La pelizul sintió cómo le faltaba el aire. Tikki tenía razón, siempre la tuvo ¿Por qué tenía que ser tan testaruda? Ahora la pelirroja se aprovecharía de ella en cuanto estuvieran lejos de cualquier salida. Tragó saliva ¿Qué tan lejos podía llegar?
-Pensé que haríamos el proyecto- la voz de Félix rompió el silencio y Bridgette alzó la vista con esperanza, él era su salvación. Incluso si la otra tenía listas travesuras contra ella, él nunca permitiría que le hicieran daño.
-Lo sé, lo siento, cariño- la chica adinerada hizo un puchero- Pero en cuanto nos desocupemos lo haremos, en serio. No te preocupes, llegaremos luego.
Lo cual era una completa mentira. Pasó más de una hora antes de que llegaran a un terreno forestal extremadamente alejado de la ciudad. La visión de casas solitarias alejadas de la civilización se había visto interrumpida una gran mezcla de marrón y verde, los innumerables robles se apoderaron del paisaje con ápice de elegancia y naturalidad. El sol descendía cansado por el horizonte, abandonando a la pobre Bridgette. “El cielo no está de mi lado” pensó con disgusto.
Finalmente Katrina le indicó al conductor que aparcara el vehículo a un lado de la arboleda. Apearon en ese lugar, pero no se veía camino alguno ni señal de intervención humana ¿Acaso el plan era introducirse en plena naturaleza? Eso no se veía bien desde ningún ángulo, en especial para una persona sin celular, “pero él está aquí, él está aquí” se repitió la muchacha en su cabeza.

-¡Apresúrate raptor!- gritó desde la parte de adelante, la chica de cabellos azules tenía problemas para hacerse paso entre las raíces y los azarosos relieves que amenazaban con hacerla caer de bruces. Al contrario de lo que ella había pensado, Katrina había resultado igual de molesta que siempre. Félix se mantenía imperturbable, frío, su rostro solo reflejaba disgusto de vez en cuando por la situación que estaba viviendo, él claramente no tenía ningún interés de seguir las órdenes de la pelirroja como lo hacían los demás que parecían marionetas de la chica- ¡Mírenla, es tan torpe!
La oscuridad casi penetraba por completo en ese paraje espeso, los árboles prácticamente estaban teñidos de un gris oscuro. Sonaba como un mal momento para perderse, por lo que la chiquilla apresuró el paso.
-¡¿Escuchaste eso?!- exclamó la pelirroja de la nada- Sí que fue extraño ¡Alguien debería ir a investigar!- se volteó y miró a la criatura que iba en la retaguardia- ¡Bridgette! ¿Por qué no vas a averiguarlo?- alzó la ceja con un aire de superioridad. La peliazul se quedó congelada ¡No podía ser cierto!- Creo que deberías echar un vistazo. No te preocupes, no nos iremos de aquí, puedes ir y volver- sonrió. La propuesta era estúpida, obviamente se perdería, pero nadie se alzó en su contra- ¿Qué estás esperando?

Entonces, resignada a su destino, la pobre muchacha dio un último vistazo al rubio de sus sueños y se adentró en la negrura.


miércoles, 10 de agosto de 2016

Liga de la Justicia: Ciudad de Metal. Capítulo 3

Recuerdo claramente el día del accidente. Éramos yo y mi papá, nos mudábamos a la Vieja Gotham. No era posible vislumbrar el cielo, debido a las nueves que cubrían el fondo azulino. Mi papá sonreía cada vez que lo miraba, pero en el fondo sabía que estaba tan triste como yo. Cuando subí al avión sentía las minúsculas moléculas de agua chocar contra mi piel. Recuerdo de manera muy nítida los momentos que estuve montado en el transporte volador, como si fuera la cinta de una película que se está reproduciendo lentamente, imagen por imagen. Recuerdo los gritos, los objetos cayendo, recuerdo a papá sujetándome la mano.
Ahora somos gente de la reliquia plateada, pero aun no me acostumbro a serlo. Es solo el hecho de que me resulta imposible eliminar los recuerdos de Ciudad Central, en ese lugar todo era colorido y nuevo, las casas estaban pintadas, el aire estaba limpio y las personas te saludaban en la calle, aunque fueran total desconocidas para ti. Aquí todo es antiguo y peligroso, las personas no te miran, las casas no tratan de darte la bienvenida y todos los nuevos recuerdos que tengo son oscuros, normalmente plagados con angustia o miedo. Esta ciudad se oscurece día a día, las calles son cada vez más arriesgadas y puedes percibir en el aire que la maldad crece a cada momento, incuba en los niveles inferiores de esta ciudad y se prepara para infectar aún más el mundo.
En este momento estoy con mi papá en la oficina del director, él está hablando, pero yo no escucho nada, solo veo las reacciones de sus caras, en su mayoría reflejan tristeza, como si lo que me ocurrió hoy hubiera sido inevitable, como si fuera una señal de que nadie puede escapar de la estirpe que cría esta maldita población.
Había terminado la clase de música y hoy me tocaba guardar los instrumentos que mis compañeros habían abandonado apenas terminó la sesión de aprendizaje. Realizaba la tarea pacientemente cuando se hizo oír la plata, retumbaba por todos los edificios dentro del perímetro, se hacía escuchar por sobre todos los gritos, los televisores, las radios, las aspiradoras, simplemente podía llegar a oídos de cualquier persona que se encontrara a aquella hora en la localidad, como si tuviera propiedades mágicas.
Tres chicos mayores tuvieron la ocurrencia de ir al salón y al verme no encontraron nada más divertido que burlarse de mí
-Alexander- interrumpió el administrador de la escuela- ¿Escuchaste mi pregunta?
Miré a papá. No, no la había escuchado.
-¿Quieres contarnos  por qué golpeaste a esos niños?
- Ellos querían hacerlo primero- respondí, volviendo a mirar mis nudillos manchados con sangre- Solo me estaba defendiendo.
-Bueno…- continuó el director luego de un suspiro- eran niños muy conflictivos… pero cinco años mayores que tú, debes tener un muy buen derechazo- no respondí, me limité a mirarlo a los ojos- Señor- dijo dirigiéndose a mi apoderado- sé que ustedes deben están pasando por un muy mal momento, debido a todas las tragedias que han tenido lugar recientemente para usted y su hijo, pero solo quería preguntar algo- levantó la cabeza con un aire curioso- ¿Cómo sobrevivieron al accidente de avión? No dice nada sobre eso en este expediente sobre el estudiante…
-No queremos hablar de eso- se apresuró a responder papá- sigue siendo un tema muy delicado, como usted ya ha dicho.
-Oh… por supuesto.
Acabamos la conversación y ambos nos fuimos caminando a casa. Yo sabía que él no me reprendería, no me importuna, en tanto yo no le pregunte por su extraño comportamiento, por su ausencia en las noches, por sus horas continuadas en el sótano, en fin, en tanto no me entere de su reservado proyecto. Lo único que he averiguado lo descubrí aquella vez que tuve la oportunidad de bajar al piso subterráneo, entre la oscuridad solo pude ver un montón de figuras triangulares amontonadas sobre una mesa, luego me encontró y me prohibió bajar ahí. Desde entonces volver ha sido imposible.
-¿Papá?- interrogué alzando la cabeza, él me miró- ¿Cómo sobrevivimos al accidente de avión?
Sus ojos aún decaídos se entrecerraron y dejaron escapar un brillo índigo que transmitía aflicción.
-No lo sé, hijo.

Mi corazón saltaba de mi pecho mientras caminaba hacia la tienda, quería correr, pero no me atrevía a hacerlo. Mi cabeza daba vueltas y, como siempre, miraba el pavimento, pues no osaba levantar la vista. Estaba tan nerviosa que apuraba el paso, pero mi cerebro me recordaba que no debía y como resultado mis piernas temblaban de manera incontrolable. Tenía miedo, tenía mucho miedo, eran las 6 de la tarde y el cielo ya se preparaba para la puesta de sol, eso ya lo sabía, pero no podía mirar. La discusión era entre yo y mis pies, de alguna manera tenía que convencerlos de seguir moviéndose, mas ellos ya no estaban siendo muy comunicativos. Cuando me di cuenta de que estaba fracasando sentí las lágrimas nublando mi vista y mi cerebro se rindió. Me detuve, mis rodillas chocaron contra el suelo y comencé llorar, lastimosa y silenciosamente. Sentí cómo mi mano trémula comenzaba a oscilar a una velocidad exponencial, hasta que vibraba con una rapidez inhumana. La sujeté con mi otra mano y traté de detenerla mientras mi mundo se derrumbaba. Tragué saliva y pensé en el viejo, él era el único que podía ayudarme. Me levanté a duras penas y seguí caminando.
Al llegar fuera del local me encontré con una escena que no me esperaba. Eran las marionetas del presidente, autodenominados soldados de oro, eran lo que mantenían el orden. Se creen hijos de los héroes, porque detienen a los alborotadores, pero nunca sentí que tuvieran aptitudes heroicas.
Caminaban de acá para allá y conversaban entre ellos mientras algunos realizaban anotaciones en libretas. Sus cascos blancos relucían impecables como un inodoro y sus ropas azules los hacía semejantes a unos extraños ciclistas. No estaban armados, pues no hay rebeldes ni revueltas importantes en Nueva Metrópolis, o eso era lo que querían que pareciera.
Lo primero que me vino a la mente fue que por fin habían atrapado al viejo, que de una vez habían descubierto sus historietas blasfemas y se lo habían llevado como a cualquier alborotador, pero al acercarme pude sentir que ocurría otra cosa. No tuve que hacer más que mirar a una de las marionetas que me veían acercarme para darme cuenta que su mirada no era sentenciosa.
-¿Qué le pasó?- dije conteniendo las lágrimas.
-No lo sabemos, estaba muerto cuando llegamos- el soldado volvió a su quehacer mientras yo sentía las gotas saladas recorrer mis mejillas para posarse en mi cuello. Caminé hacia adentro, nadie me prestó atención. Llegué a la inmensa sala cubierta por cajas y me dirigí a paso lento hacia la puerta del fondo, al pasillo y a la sala de la izquierda, alguien ya había estado allí, pues todo había desaparecido: los comics, los  bocetos, los dibujos, todo. Era todo el material de los falsos héroes, debieron habérselo llevado, debieron haberlos quemados y yo no podía hacer nada al respecto, solo tenía que olvidarlo y negar que alguna vez fui su cliente, actuar como si ignorara todo conocimiento de la sala trasera y de lo que el viejo hacía en ella. Pero eso era más de lo que podía soportar.
-¡¿Qué pasó con los cómics?!- le grité a la primera marioneta que vi cuando salí de la habitación.
-¿Qué cómics?- peguntó volviéndose hacia mí y mirándome como si fuese un estorbo.
-¡Los del viejo! ¡Estaban en esa habitación!- apunté la puerta a mi izquierda- ¡Junto con dibujos y otras cosas! ¡Sé que se las llevaron!
-No sé de qué hablas, mocosa- respondió sin prestar mayor atención.
Estuve a punto de darle una bofetada cuando escuché un ruido que provenía del techo.
-¿Qué es eso?- musité, pero ya nadie me hacía caso.
Salí por la ventana que daba hacia un callejón y observé, el ambiente era un silencio absoluto, solo interrumpido por el motor de los coches que pasaban de vez en cuando. Pensé que eran locuras mías y me dispuse a regresar cuando el sonido volvió a hacerse presente, venía del techo. Subí las escaleras que daba a la azotea tan rápido que un segundo después recordé por qué me sentía tan asustada. Sentí cómo el vómito escurría por mi garganta cuando vi una figura oscura moverse un par de tejados más adelante. Dejé de lado el dolor y la incertidumbre para perseguirlo. Volví a percibir el viento en mi cara, mis pies inquietos y la energía electrizante que recorría mi cuerpo. Me detuve un momento para respirar, volví a mirar mi mano, la cual oscilaba de tal manera que no se podían distinguir los bordes, sin embrago, esta vez no la observaba con miedo. Me olvidé del hombre que perseguía y miré a mi alrededor, la ciudad presentaba un hermoso vestido dorado cuya hermosura se centraba en una pequeña campanilla. El oro se alzaba majestuosamente en medio de la ciudad, siempre en espera del mediodía. Solté un suspiro.
Entonces corrí.


Alturas Misteriosas. Capítulo 3: Fauna Nívea

Ladybug miró a su compañero incrédula mientras los animales de papel estaban visiblemente volando sobre la ciudad de Paris. Eran blancos y tenían dobleces como los origamis, pero estos estaban claramente vivos y coleando. El chico trató de pensar en alguna broma para alivianar el ambiente, mas en esas condiciones el hecho de pensar era difícil. Palomas, halcones, murciélagos, búhos, colibrís, algunos pterosaurios, un dragón y un hipogrifo, todos surcaban el cielo nocturno como si hubieran sido parte de él desde siempre. La muchacha trató de apartar el fantasioso espectáculo de su cabeza  para concentrarse en su siguiente movimiento.
-Chat Noir ¿Esos son “los malos” de los que estabas hablando?
-Ah…- el gato se rascó el cuero cabelludo mientras volvía a la lucidez- Yo pensaba que solo sería uno, digo… el bicho mencionó a un tipo llamado Papillon- Su mente daba vueltas mientras trataba de recordar cuales habían sido las advertencias de la criatura.
-Bueno, estos parecen bastantes- Por lo que le había dicho el chico, sabía que un ser malvado iba a atacarlos, mas si esto era cierto todo este poder provenía de una sola persona, no estaba claro. Tardó unos segundo en idear un plan- ¡Ya sé!- Extendió su brazo y apuntó la torre Eiffel con su dedo índice- Debemos ir allá y descubrir de dónde provienen.
-¡Oh! ¿Quién diría que esta aventura se iba a volver una cita?- ronroneó corriendo detrás de ella, pues el bellísimo monumento se encontraba completamente iluminado y lo rodeaba un ambiente romántico a cualquiera que lo vislumbrara a esa hora. Algunos turistas y extranjeros se encontraban observando  la escena, pero estaban tan embelesados que no notaron a las dos figuras que se movían en las sombras y que lograron llegar a la punta de la torre gracias al yo-yo de la chica con estampado de insecto, el cual se estiraba y retraía a voluntad. Una vez arriba se dedicaron a mirar.
-Allá- apuntó el felino cuando encontró la zona de donde parecían nacer los papiros con alas- Tengo buena vista- Se jactó mientras echaba una mirada a sus garras negras. Ladybug colocó los ojos en blanco. La situación estaba lo suficientemente complicada como para que comenzara a elogiarse a sí mismo.
-Chat Noir ¿Por qué no me repites de nuevo lo que sabes?- alzó una ceja interrogante y se cruzó de brazos.
-Cualquier cosa por my ladie- dijo haciendo una reverencia- tengo entendido que hay un villano llamado Papillon, que es el que nos causa todos estos problemas. También hay algo acerca de unos akumas, los cuales tú debías purificar, mademoiselle.
-¿Purificar?- interrogó ladeando la cabeza a un lado.
-Sí- su sonrisa blanca resultó enceguecedora al verse reflejada la luz de la luna, además el brillo de la torre resaltaba sus cabellos rubios- Aunque no sé a qué se refiere.
-Está bien, debemos asegurarnos de purificar ese akuma, sea lo que sea- suspiró- ¿Estás seguro de que son malvados? Hasta ahora no los he visto atacar a nadie.
Un dragón de dimensiones monstruosas pasó deslizándose bajo las estrellas y eructó sobre los vigilantes una gran bola de fuego. Ambos saltaron hacia los lados de la construcción sobresaltados.
-¿Decías?- gritó el gato agarrado a una saliente con una risa traviesa.
Cuando la criatura mítica volvió, Ladybug lanzó su artefacto mágico y rodeó el cuello de esta para luego tirar de él. La bestia se ladeó hacia la derecha mientras planeaba debido a la pérdida de control. La valiente chica saltó de la torre, se balanceó hasta que rodeó al reptil y terminó sobre su lomo, lugar en el cual logró jalar de la cuerda y se dedicó a importunar al animal en cada movimiento, haciendo que este se moviera descontroladamente. Finalmente el ser se vio dominado por la adolescente que ahora podía montar libremente en la gran espalda de papel.
Mientras tanto el muchacho observaba embelesado con pupilas alucinantes. La bellísima señorita acababa de domar un dragón y eso era suficiente para ganarse todo el respeto que tenía dentro de ese corazón gatuno. Tragó saliva, su corazón palpitaba maniáticamente cuando ella descendió en su gran montura para que él se le uniera.
La brisa nocturna azotaba sus cabellos azulinos mientras el gato sentía el helado vespertino acariciándole el delicado rostro. El rubio observaba a su compañera con el brillo estelar en sus ojos verdes. Las estrellas que adornaban el firmamento y el mar de aves de papel creaban un ambiente de lo más romántico. Pero Ladybug no estaba distraída en los maravillosos detalles, sino que se preocupaba por que uno de los extraños entes tuviera la ocurrencia de lastimar a los civiles que permanecían despiertos, los cuales parecían estar empezando a notar el extraño fenómeno que se estaba desenvolviendo.
El embrollo provenía de una amplia calle donde se podían ver cientos de animales de papel paseando. La heroína tragó saliva, el Papillon debía estar ahí. Descendió hasta el terreno, pero no pudo evitar que el gato saltara antes de tocar el suelo. Su compañero se encontró gravemente sorprendido al encontrar a una manada de lobos que tenían sus ojos asesinos puestos en él.
-Tienes que estar bromeando- dijo antes de salir corriendo.
-¡Chat Noir!- gritó mientras su paciencia estaba a punto de hartarse- ¡Vuelve acá!
El felino se aproximó con los caninos tocándole los pies.
-Si pudieras…- no pudo terminar la frase cuando una idea le vino a la mente- ¡Cataclismo!- de su mano derecha se desprendió un aura oscura mientras daba la vuelta y atinaba a tocar a uno de sus perseguidores con las garras. El ser se deshizo al instante- ¡¿Viste eso?!- Gritó, pero cuando fue a tocar al siguiente este no sufrió cambio alguno, sino que limitó a lanzarle una dentellada- ¡Santos Cataclismos!- el poder no volvió a activarse, por lo que siguió corriendo.
Ladybug dio un largo suspiro mientras trataba de ignorar a su desastroso compañero. Dio un gran saltó y se montó al lomo de un elefante. Allí arriba podía ver un poco mejor. Comenzó a saltar entre distintas criaturas hasta que al fin ubicó a su objetivo. Era… ¿una chica? Tenía un cabello largo y negro que cubría parcialmente un rostro pálido y unos ojos llorosos. Usaba un vestido violeta y sobre la mano tenía una hoja de papel, en la cual escribía. De sus escritos se desprendían las criaturas. La adolescente de estampado rojo se sorprendió al ver el dolor de su contrincante y su cabeza se vio atiborrada de interrogantes, hasta que una pregunta simple y un poco tonta se introdujo en su psiquis: ¿Qué estará escribiendo? Miró hacia abajo y tomó a un pequeño pollito que se encontraba revoloteando. Tenía la textura del papiro, pero seguía sintiéndose suave al sostenerlo. Tomó las esquinas de su cuerpo de papel y desarmó a la cría. Para su sorpresa, se encontró un poema de amor no correspondido que estaba adornado con lágrimas. Su corazón se enterneció mientras leía el escrito con los ojos vidriosos. Esa chica no era el papillon, era una adolescente como cualquier otra ¿Qué le había ocurrido? Era tiempo de ayudarla, era el tiempo de utilizar su poder, lo que ocurrió después solo fluyó desde su interior.
-¡Lucky Charm!

Al día siguiente ninguno de los dos jóvenes tenía muy claro qué había ocurrido el día anterior. Solo tenían recuerdos confusos y tan fantasiosos que, a pesar de haberlos vivido en carne propia, les parecían lejanos, como si no fueran más que un hermoso y desconocido sueño, ni siquiera la prensa logró capturar aquel extraño fenómeno de manera que no resultara una locura. Bridgette no consiguió procesarlo hasta que vio los aretes con diseño de mariquita, que se había quitado el día anterior, sobre el velador. Al ponérselos nuevamente, la kwami roja con pintas rojas, también conocida como Tikki, apareció a su lado con una gran sonrisa.
-¡Bridgette! ¿Cómo te fue con el akuma?- chilló la pequeña. La muchacha se sobresaltó nuevamente, pero al fin pudo absorber todo lo ocurrido el día anterior.
-Aaah…- aún no se acostumbraba a hablar con su nueva amiga- Sí, yo… utilicé un poder y luego… capturé una mariposita- logró musita, todavía demasiado fascinada con la criatura.
-Muy bien, yo sabía que podrías… ¿Utilizaste el Lucky Charm?- La heroína pestañeó repetidas veces- Es un poder con el que puedes obtener un objeto cualquiera que te ayudará a afrontar la amenaza.
-¡Sí, eso fue lo que hice!-  exclamó Bridgette contenta- Entonces apareció un vaso de agua y no sabía qué hacer con él, pero luego…- su expresión cambió a una que denotaba molestia- Chat Noir apareció y me ayudó a derramar el líquido sobre la hoja de papel que sostenía la chica.
-¿Cómo supiste que ese era el akuma?- La peliazul volvió a mirarla con cara de “yo no entender”- Es el objeto que el Papillon encanta a través de una mariposa y logra controlar a un inocente que tenga algún sentimiento negativo en su interior- Bridgette seguía mirándola, por lo que Tikki dio un largo suspiro y prosiguió pacientemente- Malvado envía mariposa a persona normal, mariposa se introduce en un objeto, persona normal se convierte en mala, tú debes destruir el objeto, atrapar mariposa y volverla blanca, así persona vuelve a la normalidad- La joven respondió asintiendo repetidamente ante esa explicación. La kwami por fin pudo respirar en paz- Es increíble que lo hayas logrado por tu cuenta.
Aunque la chiquilla hubiera disfrutado llevarse todo el crédito de la maravillosa hazaña que había realizado, tenía que admitir que el gato había sido de gran ayuda. Claro, luego de haberse librado de la manada de lobos había tenido la buena educación de utilizar sus reflejos gatunos y ayudarla a salir del aprieto. Este muchacho se encontraba en ese mismo momento en la habitación de su mansión, trataba de arreglarse para ir a la escuela sin hacer caso al extraño ser oscuro que no lo dejaba en paz.
-¿Félix?- decía Plagg cada dos segundos- Sé que me escuchas… ¡Félix! ¿Chico? En serio… necesitas una buena clase de modales- bufó mientras el adolescente arreglaba su rubio cabello- Si tanto quieres que desaparezca ¿Por qué no te quitas el anillo?- Félix no respondió- ¡Oh! Veo que te gustó salir de casa o tal vez… ¿Ladybug?- el pequeño ser gatuno notó un leve rubor en el rostro de su portador- ¡Claro, ya veo! ¡Estás enamorado de ella!

-¡Cállate! 


domingo, 7 de agosto de 2016

Liga de la Justicia: Ciudad de Metal. Capítulo 2

Había un punto en el cielo, dentro de la gran oscuridad que absorbía todos los colores era casi insignificante, pero a la vez tan llamativo ¿Cómo los llamaban? Estrellas, eran hermosas, indicaban a los viajeros el camino, servían de ilustración para las grandes historias ¿Cómo es que las perdimos?
¿Dónde estoy? ¿En el espacio? Siento que vuelo hacia el astro brillante, cada vez más cerca, entonces puedo distinguir un color, no es amarillo, tampoco azul… es...
Me despierto por el fastidioso sonido de la alarma y recuerdo la expedición. Hacía tantos días que no me levantaba temprano, ha pasado una semana desde que terminé la escuela y ya me he acostumbrado a despertar tarde ¡Qué barbaridad! Escucho la televisión prendida en la sala de estar ¿Estaba tan retrasada?
Me levanté en pijama y sin hacer ningún ruido caminé hacia la puerta. Al otro lado estaba mi padre comiendo de espaldas a mí. Se volteó e hizo un gesto con la boca, supongo que decía hola.
-¿Pusiste la alarma?- pregunté mientras me sentaba a su lado.
-No, es solo que no he podido dormir, esa… estrella, como quieran llamarle, me ha mantenido despierto- su voz ronca reflejaba la cantidad de sueño que tenía sin rellenar. Tomé una caja de leche y la volteé sobre un vaso.
-Es solo un sol lejano, antes solían vislumbrarse miles desde la tierra, eran…- Me noté a mí misma emocionándome por el asunto- constelaciones- volví a guardar la compostura. Me dediqué a mirar la noticia que se mostraba en el aparato de la esquina, en él mostraban imágenes del punto brillante, tal como se había visto anoche.
-No es solo eso, a veces significaban presagios, en los antiguos libros creían que lo enviaban los dioses para diagnosticar un desastre natural…
-¿Has estado yendo a la biblioteca?- pregunté con el ceño fruncido- ¿Has vuelto a hablar con ese hombre?
-¿Y si es así?
-Sabes que no debes leer esas cosas, están prohibidas por alguna razón.
-¡¿Y por qué maldita razón?!- Gritó golpeando la mesa- Hay algo que no quieren que descubramos y voy a averiguarlo.
-No seas estúpido ¿Tú contra el país?- Levanté el vaso de leche que se había derramado- ¿Qué es lo que quieres averiguar?
-Por qué desaparecieron las estrellas, por qué vuelven a aparecer, por qué suena el oro y qué les pasó a los héroes.
-Ya conoces las respuestas a esas preguntas.
-Pero yo quiero la verdad- la televisión volvía a fallar y un sonido agudo resonó en la habitación. Ambos nos tapamos los oídos con desagrado, el aparato volvió a la normalidad luego de unos segundos.
-¿Por qué te interesan los héroes de repente?- Nunca había mostrado ningún interés por esas historias.
-Encontré las historietas en tu habitación. Lo que contaban era verdad- una luz iluminó su rostro, justo como el viejo lo había hecho el día anterior- Esos son los héroes reales.
-¿Cómo lo sabes?- Pregunté sin hacer caso a la intromisión.
-Es lo mismo que aparece en los libros de la biblioteca- explicó emocionado- Si puedo compararlos con más cuidado podría descubrir lo que en verdad ocurrió.
-Padre- dije suavemente mientras me acercaba a tomarle la mano- ¿De qué sirve? Si te encuentran y te tachan de alborotador. Necesito que te mantengas aquí.
- No van a atraparme- Replicó alejándose y luego volvió a mirar la tele.
De repente se me quitó el hambre y me levanté para ir a vestirme, ya era muy tarde y tenía que llegar puntualmente a la universidad.
La universidad de Nueva Metrópolis era uno de los establecimientos más importantes de la ciudad, era el único centro de investigación y poseía información que no se encontraba en ninguna de las bibliotecas del país, muy poca gente tiene el acceso, por suerte había quedado seleccionada para entrar dado a mis buenas calificaciones. Esta iba a ser la primera vez que ingresaba, había un guía que nos iba a mostrar toda la universidad, así no nos perderíamos ni nos meteríamos a lugares desgraciados.
Era otro día radiante y aún más en la universidad, donde todo es blanco y perfecto. De alguna manera el sol rebotaba tan fuerte en las paredes calcinas que se sentía como si brillara… Sí, era un tesoro nacional.
Nos recibió una bella mujer rubia que usaba un vestido amarillo y taco alto, poseía la típica sonrisa blanca de niña bonita y nos hablaba con una encantadora voz aguda. Así comenzamos el recorrido, solo conocía a una de las personas que se encontraban ahí, un compañero de la escuela con el que nunca había hablado, aunque era apuesto. Nuestras miradas se cruzaron cuando llegué, pero la desvié de inmediato sin saber qué hacer ¿Me habrá reconocido? Pasamos por un largo pasillo lleno de fotografías, entre ellas estaba la del presidente. Se dice que es descendiente directo de Lex Luthor, de ahí el apellido, su nombre es Leonel Luthor. En la escuela solíamos burlarnos de la doble L que al parecer posee toda la familia, pasábamos horas riendo a carcajadas por cuál podría ser la razón. El gobernante era un hombre bajo que poseía una cabellera castaña que le llegaba a los hombros. En su cara se le veían múltiples arrugas que revelaban su avanzada edad.
-Este es el guapísimo presidente Leonel, él se ha encargado, en estos últimos años, de vuestro bienestar y ha contribuido con su dinero a múltiples obras benéficas de Nueva Metrópolis y hasta algunas en la vieja ciudad Gótica- anunció la muchacha con una sonrisa. Los estudiantes aplaudieron- ¿Alguien sabe cómo se llamaba la compañía de su ascendiente heroico?
-LexCorp- dijo el chico de mi escuela mientras levantaba la vista.
-Muy bien, aquí tenemos un aficionado de la historia- abrió los ojos con vigor- ¿Cuántos años tienes?
-18- anunció mi compañero volviendo a bajar la mirada.
-Bueno, no hay mucha diferencia de edad- respondió con una mueca pícara. Me sentí extrañamente ofendida.
-¿Entre usted y el presidente? Pues no, no hay tanta- interrumpí sin pensar en mis palabras. Me quedé congelada mientras los demás se partían en una carcajada.
-Seguiremos con el recorrido- dijo sin molestarse en reprenderme. Yo seguí callada por un largo rato. Llegamos hasta un salón con un techo que se levantaba varios metros por sobre mi cabeza con diseños de hermosas flores y animales. Luego atravesamos un umbral ancho y llegamos a la biblioteca. Nunca vi nada más majestuoso en mi vida, eran toneladas de libros guardados en repisas que llegaban hasta el techo y cuyo ancho cubría toda la sala, no se podía ver el fin de las estanterías, era casi como un laberinto.
-Esta es la Gran Biblioteca de Nueva Metrópolis, posee miles de libros, algunos dicen que millones. Nos enorgullecemos de tener tal cantidad de conocimiento bajo nuestro poder. No debería decirles esto, pero…- bajó la voz mientras colocaba su mano a un lado de su cara como si susurrara solo a nosotros- a veces encontramos libros que tienen secretos prohibidos, como magia negra- El grupo rio- Si me siguen por este lado- dijo alzando el tono- encontrarán las mesas de estudio…
Miré las estanterías mientras caminábamos y por un momento me pareció ver un libro rojo que relucía por sobre los demás, casi como si me llamara. Me detuve, sin embargo, cuando volví a mirar, los muebles altos de la sala habían interrumpido la visión. Volteé la cabeza hacia el grupo y luego, sin pensarlo dos veces, me aventuré a lo desconocido. Primero me dirigí al lugar donde creí que había vislumbrado el objeto, pero por más que mirara hacia arriba no lo encontraba. Me quedé un largo rato caminando alrededor, por suerte nadie prestaba atención, a pesar de que habían algunos estudiosos, estos se preocupaban de sus propios asuntos y apenas desviaban la vista a lo que hacían los demás. Claramente había perdido al grupo y luego de un rato buscando sin éxito caminé hacia el lugar donde los había visto por última vez. Caminé y caminé entre miles y miles de libros, cada vez me convencía más que era una biblioteca infinita hasta que llegué a una puerta grande que no había visto antes. Me aventuré a ella, de cualquier manera no encontraría a la tropa por más que recorriera el recinto. Era otro espacio cubierto de blanco sintético, solo que con el techo más bajo y sin libros, esta habitación tenía estanterías con frascos llenos de líquidos de distintos colores, todos etiquetados con nombres complicados de pronunciar. Seguramente había llegado a algún tipo de laboratorio, la siguiente pregunta era ¿Cómo salir de ahí? No tuve tiempo para más cavilaciones, porque el destello rojo volvió a pasar frente a mis ojos y se escondió detrás de otros estantes. No me quedó otra opción más que seguirlo, corrí por algunas repisas y para mi sorpresa me encontré con una ventana. Estaba lloviendo a cántaros ¿Desde cuándo? Al momento de mí ingreso había estado soleado y despejado ¿Cuánto tiempo había estado perdida?
El cielo rugió por sobre la ciudad, la cual se calló por un momento. Una luz se asomó por entre las nubes oscuras y en un rápido movimiento se deslizó por el trecho que transcurría entre los nubarrones y los edificios, todo ocurrió tan rápido que no tengo una noción muy clara de lo sucedido, solo recuerdo los vidrios que se rompieron en miles de trozos y un dolor que quemaba mi pecho, recuerdo caer hacia atrás y llevarme conmigo hasta el suelo algunos de los frascos. El sonido de los recipientes rompiéndose, un gran dolor en distintas partes del cuerpo, la lluvia que comenzaba a entrar por la abertura donde debía haber cristales, fue lo último que escuché antes de perder la consciencia.

Recuerdo ver al punto blanco en el firmamento, tan definido como había sido aquella noche, de nuevo comencé a acercarme. Cuando estuve más próxima al ente me di cuenta de que no era un astro, estaba desplazándose, viajando. Tampoco era un sol, era mucho más pequeño y estaba muchísimo más cerca de la tierra. Era… un anillo. 


lunes, 1 de agosto de 2016

Liga de la Justicia: Ciudad de Metal. Capítulo 1

Orígenes

El viento corría torrencialmente ese día, pero igualmente me aventuré a la tienda. Las calles estaban casi vacías, solo interrumpidas por algún transeúnte que se dirigía a su casa o al trabajo con un paso apresurado y apenas molestándose en mirar a los demás. El cielo volvía a teñirse del color dorado característico, era casi como si los edificios de la ciudad se bañaran de oro, uno con tonos de rojo, como ocurría en los espectáculos de la tarde. Miraba el suelo mientras caminaba, mi padre dice que lo hago porque no me gusta ver a las persones, como si sufriera, yo sinceramente no lo sé, tal vez solo lo hago para ver mis pies, no podría decirlo.
Los periódicos en el suelo demostraban el poco interés que tenía la gente por las noticias de esos días, pude entrever un trozo de uno de ellos, pero solo logré distinguir la sección de historietas, aquellas con la Gran Liga de la Justicia, en realidad nadie pone mucho interés en esas viejas historias, aunque sean el símbolo de justicia y las grandes figuras del país, difícilmente logran formar parte de nuestra identidad como sociedad, es cierto: son nuestros antepasados, no obstante la repetitiva historia que nos han enseñado a todos desde niños se ha vuelo tediosa y antigua, algún gran suceso con el cual no nos identificamos como población, un pedazo de historia perdido y fuera de lugar. A mí tampoco me apetece leerlo, por lo que sigo caminando decididamente hacia el local.
No dejo de pensar en la historia, se supone que ellos eran los seres más poderosos del planeta tierra, protectores, dioses. El líder era Lex, un multimillonario que usaba todo su dinero para ayudar a los sectores pobres de la ciudad, pero cuando la situación lo ameritaba se ponía un traje con el que resultaba casi invencible. Circe era una hechicera que mantenía una belleza de juventud eterna. Professor Zoom, él podía correr más rápido que la luz y acababa con los alborotadores antes de que se dieran cuenta. Siniestro era el protector de la galaxia, poseía un anillo con el que podía construir estructuras a voluntad. Merlin era el vigilante callejero que usaba arco y flecha. Hay muchos más, pero ellos son los principales, eran los que hacían cara a los alborotadores, gente que atentaba contra la paz ininterrumpida que hemos disfrutado en la ciudad desde hace mucho tiempo. Ya no los necesitamos, porque la gente se ha vuelto tranquila, más civilizada, sin embargo, lo que veo cada día es algo distinto, en mi escuela escucho a mucha gente que quiere hacer las cosas diferentes, todo ocurre porque ya no creen en los antiguos héroes. Encontraba extraño jamás haber visto alguna protesta en las calles, por la manera en que creaban planes creía que ya habría tenido la oportunidad de apreciar alguno.
Llegué a la entrada de la tienda, desde fuera no parecía un lugar que tuviera alguna actividad humana, a pesar de tener vitrinas, estas estaban pintadas de negro y no poseía ningún letrero que atrajera a la clientela, a veces me preguntaba cómo podía mantener el negocio tapando todo el material, otras veces me preguntaba cómo lo iba a hacer si no. El anciano tenía algunas ideas radicales con respecto a los superhéroes, se pasa el tiempo dibujando historietas acerca de eso, eran otros héroes con otros nombres y otros objetivos. Él decía que la historia fue modificada, que los verdaderos héroes eran aquellos que protagonizaban los cómics y ponía a los personajes de los diarios como los villanos. A veces pensaba que estaba loco, a veces creía que no tanto, pero de cualquier modo seguía yendo a la tienda y seguía comprándole material, no era la única, tenía un par más de clientes habituales y el resto era gente que compra alguno y nunca volvía, pues había personas que lo consideraban un terrorista o peor aún, un alborotador. Yo en realidad no sabía qué creer.
Entré sin tocar la puerta y me encontré con un lugar abarrotado de cajas y cubierto por el polvo, completamente oscuro y con un olor a libros viejos, esa era solo la entrada, sabía exactamente dónde ir. Me dirigí a una puerta que se encontraba al fondo de la habitación. Luego salí a un pasillo y después a una puerta a mi izquierda, ahí me encontré con el viejo dibujando con una luz muy tenue que provenía de una vela y solo lo alumbraba a él. Presioné el interruptor a lo que él reaccionó con un gruñido y se tapó los ojos hasta acostumbrarse a la luminosidad. La habitación olía a pintura y se sentía extrañamente fresca a pesar del tiempo que debía llevar cerrada, creo que alguna vez me contaron sobre un tipo de aire acondicionado para las historietas, ya no lo recuerdo.
-¿Qué tienes?- pregunté, la cortesía quedó atrás hace mucho.
-Eso no importa- respondió con su voz de anciano amargado. Me miró con un brillo en sus ojos, un resplandor que jamás había visto- Algo grande se acerca. Lo sé, he revisado algunos de los tomos antiguos, no tengo una fecha exacta ¡Se aproxima!
-¿Qué se aproxima?
-Un nuevo nacimiento-sopló la vela, se levantó de la silla, tomó las hojas en las que estaba dibujando y las llevó a un estante lleno de otras páginas con dibujos, miré el pizarrón donde colgaba sus diseños, siempre estuvieron allí los mismos dibujos, sin embargo, ahora había algo distinto, habían nuevos rostros que no conocía, uno de un chico con cabello castaño que apenas se distinguía detrás de una capucha de color negra, me recordó a Merlin, uno de los insignes de la liga, algo muy raro estaba pasando. Mis ojos se alejaron de ese dibujo y observé todos los rostros que adornaban el muro. Me detuve en una chica de cabello negro y antifaz rojo, era lo único que se veía, pues la imagen estaba borrosa, me pregunté por qué sería así, casi me dio la impresión de que era…- ¡Tú!
-¿Cómo?- me alejé de la pizarra y miré a la figura jorobada que se encontraba a mi lado.
- Debes decirle a todos, quizá a algunos les dé esperanza, además no sabrán qué hacer, no sabrán cómo utilizar sus poderes y deben acudir a mí- Lo miré un momento mientras intentaba descifrar el mensaje que estaba tratando de entregarme.
-Anciano- suspiré- tal vez sea el momento de que lo dejes por un rato, ya no reconoces la diferencia entre la realidad y la…
-¡No me digas que he perdido la cordura! No me trates como un viejo loco, tengo mucha más claridad que tú, pequeña- Se había colocado rojo de rabia y se dio vuelta para mirar el tablero con los dibujos. En realidad era extraño que me llamara pequeña, ya que soy más alta que él, pero nunca me he quejado de ese nombre, pues siempre me he sentido un poco inferior a su lado, siempre fue un hombre muy sabio… en ese momento me daba pena- ¿Por qué?- Preguntó sin mirarme mientras levantaba una mano para tocar unos bocetos- ¿Por qué leías mis historias si no creías que eran reales?
-Mi interés por tus historietas nunca fue una creencia de si eran ciertas o no, me gustaban mucho más que los héroes de los diarios, los tuyos luchaban por lo que creían justo, no lo hacían por un gobierno, cada uno tenía un poco de rebeldía a su manera, rompían la ley si era necesario para salvar a otra persona… Sentía que lo que hacían era lo correcto…- Miré al viejo tratando de apelar a su lado sensible, lo que yo había dicho había sido realmente sincero.
-Tal vez esperé mucho de ti- tomó la vela y se alejó a otra habitación.
Me fui de la tienda sin dejar de pensar en las palabras del dueño, decía que algo iba a nacer, si lo que dice fuera real… no, no debo pensar en esas cosas, nunca fueron reales, solo alucinaciones.

Era de noche ya cuando me fui caminando, hacía frío y los faros eran los únicos que iluminaban la calle, era una oscuridad callada, muy callada, como si el mundo aguantara la respiración porque sabe que algo va a pasar, miré hacia el abismo de oscuridad que se cernía sobre mí, pude ver un punto blanco que contrastaba con el negro, me quedé quieta un momento sin saber qué era, entonces recordé haber escuchado que hace algunos siglos atrás podían verse otros soles en el cielo, solo que más pequeños y claros, yo nunca había visto uno ¿Significaba algo? Solo sé que luego de ese día jamás volví a ver al viejo.