sábado, 5 de noviembre de 2016

Alturas Misteriosas. Capítulo 7: Un Día de Escuela Común

El aire pesado estaba a quieto a causa de la imperecedera falta de entusiasmo. Algunos dirían que el ambiente estaba tranquilo, pero todos los estudiantes que estaban en ese momento presentes en la escuela María Bernette estarían de acuerdo en que era simplemente aburrido. En ese momento la clase del segundo piso que disfrutaba la presencia de un tal Félix y una tal Bridgette tenía la sala llena de estudiantes prácticamente dormidos o a punto de caer en el mismo nido de Morfeo. Podían estar horriblemente cansados y somnolientos, pero en ese mismo momento, al resonar el repiqueteo de la campana que indicaba el comienzo de la hora del almuerzo, todos se levantaron renovados con un aire de alivio, todos excepto la chiquilla de cabellos marinos, que aún tenía la cabeza pegada a la mesa mientras susurraba palabras ininteligibles entre sueños. Alya fue a buscarla, como es usual, y por supuesto que trató de despertarla para que ambas comenzaran con su colación, pero le resultó imposible llevar a cabo la tarea, pues Bridgette estaba tan profundamente dormida que solo la caída de un meteorito la despertaría. La escritora del diario escolar se enterneció al observar el rostro angelical de su amiga, por lo que decidió que lo mejor era dejarla descansar y le dejó una nota para el momento en que la pequeña volviera a recobrar la conciencia. Alya abandonó la sala y la dormilona se quedó completamente sola. Pero fue en ese momento que una cabeza castaña entró en la estancia y se acercó lentamente a la muchacha con un aire enternecido y coqueto a la vez. Se colocó detrás de la chiquilla y fue directamente a su cuello para olfatearla. Ese fue el meteorito.
-¡¿Qué?!¡¿Quién…?!- exclamó levantándose rápidamente del asiento. Se dio vuelta y observó a Todd con los ojos muy abiertos.
-Lo lamento, no pude evitarlo- tenía una sonrisa en el rostro que rondaba entre vergüenza y encanto- ¿Por qué escapas de mí, Bridgette?- se acercó amenazadoramente a tocarle la mejilla con sus suaves dedos, pero ella alcanzó a moverse por reflejo. El predador ya estaba listo para cazar a su presa y ya no iba a retroceder.
-¿Yo…? ¿De qué hablas?- Seguía sobresaltada. Su corazón palpitaba animadamente mientras la sangre comenzaba a entrar en circulación. Aun no  podía darse cuenta de su papel de ciervo a punto de ser atacado
-Bueno... – rio tiernamente- no sé si te has dado cuenta, pero he estado mucho tiempo bastante loco por ti- se ocultó un poco de su rostro bajo algunos mechones de cabello.
Aquella declaración era más que obvia, pero la chiquilla simplemente no podía creerla y nunca lo hubiera hecho de no haberla escuchado saliendo de los labios del  muchacho que en ese momento estaba frente a ella. Se quedó muda, no tenía ninguna pista acerca de qué responder.
Y por suerte no tuvo que hacerlo, porque la pared que se encontraba a su izquierda resultó completamente destruida y miles de escombros volaron por la sala para amenazar a los estudiantes ante la posibilidad de caer sobre sus cabezas. La chiquilla fue la primera en reaccionar y se abalanzó sobre Todd para que ninguno fuera alcanzado por los proyectiles de cal y arena que volaban por la habitación. El estruendo pasó y cuando ella abrió los ojos se dio cuenta de lo incómodo de la situación. Tenía su propio cuerpo encima del chico que aún se encontraba aturdido en el suelo. Increíblemente avergonzaba, Bridgette se levantó rápidamente.
-¡Bridgette! Aquí estás, ahora no podrás escapar de mis garras- gruñó la Señorita Caroline desde el espacio que hace poco había sido el lugar de la pared ahora destruida, mas ahora  no lucía como siempre, sino que tenía un traje verde que se asemejaba a una bata de laboratorio y llevaba una pistola ridículamente grande en su mano derecha. Su apariencia a simple vista resultaba un poco cómica, pero ahora mismo para nuestra protagonista se veía aterradora.
No muy lejos de ahí, en las mesas que los alumnos utilizaban como comedor en la escuela, los ruidos de destrucción llegaron a los oídos de la mayoría de los presentes que se separaban en los que iban a echar un vistazo y aquellos que se mantenían inmóviles mirando en dirección a la fuente del estruendo.
-¿Qué es eso?- interrogó Plagg despertando de su sueño de belleza a causa de la mera curiosidad gatuna. Félix se quedó un momento dudoso con el tenedor en la mano, pero luego guardó su almuerzo, caminó para ver de dónde provenía todo aquel ruido y se encontró rápidamente con la imagen de la profesora de química en el segundo piso con atuendos extraños y una actitud ridículamente malvada- Hmm… interesante ¿Quieres transformarte, chico?
-¡Chicos evacúen el área!-gritaba el inspector mientras corría entre la masa de estudiantes que observaba la escena- ¡Evacúen el área!
Félix se quedó con los pies pegados al piso pensando en qué hace cuando vio a Alya corriendo con su cámara fotográfica.
-¿Dónde está Bridgette?- Le gritó el rubio entre todos los estudiantes que caminaban en dirección opuesta al incidente.
-Está en la sala de clases,  se quedó durmiendo…- abrió los ojos sorprendida apenas comprendió lo que estaba diciendo- ¡Oh, no!

Bridgette trataba de esquivar los ataques de la señorita Caroline escondiéndose detrás de las mesas de la habitación, mas ella siempre terminaba por encontrarla y los muebles para cubrirse estaban comenzando a acabarse. La chiquilla comenzaba a temer por su vida y en cada momento parecía estar al borde del desastre. Finalmente el momento llegó y ella se encontró acorralada contra una esquina con la pistola en su nariz mientras la profesora akumatizada dejaba al descubierto su horrible risa de bruja. La kwami de mariquita se movía inquieta en la bolsa deseosa de salir.
-Una menos, ahora solo falta Félix.
Estaba a punto de jalar el gatillo y la adolescente no tenía idea de qué hacer. Odiaba ser tan inútil en tales situaciones ¿Por qué tenía que ser siempre la víctima? Mas un sentimiento de valentía cruzó por su conciencia y entonces recordó la transformación, el traje, Tikki… no era momento de cuidar su identidad secreta, tenía que  salvarse. Estaba a punto de vociferar su grito de guerra cuando la maligna figura que tenía frente a ella fue atacada por una sombra felina que por un momento parecía ser igual de perversa que la mujer de bata. Bridgette, a pesar del gran sobresalto que sufrió y que por unos momentos inmovilizó algunos de los músculos de su rostro, se las apaño para levantar su pequeño cuerpo y correr hasta un lugar cuyos muros la cubrieran de ojos curiosos.
-¡Tikki!- gritó, pero al buscar su bolso cayó en la cuenta de que ya no lo llevaba consigo- ¡Oh no!
-¿Bridgette?- la voz de Todd resonó a lo lejos. La chiquilla corrió a buscar su mochila debajo de los escombros que había por la sala- Ahí estás ¿Qué haces? Tenemos que irnos de aquí.
-¡Un momento!- gritó justo antes de encontrar lo que estaba buscando.
-¿Qué haces aquí? Tienes que salir de aquí- la de cabellos marinos levantó la cabeza y se encontró con un atlético cuerpo cubierto por un traje negro, subió los ojos y deslumbró el antifaz junto a una salvaje melena dorada, Chat Noir en persona- ¡Vamos!- la agarró por la cintura mientras ella sufría por lo desagradable que era la idea de tener que ser salvada por ese gato.
-¿Dónde la llevas? Yo también voy- reclamó el castaño. Bridgette se quería morir del fastidio al darse cuenta de que se encontraba en un triángulo amoroso.
-Cuidado con estorbarme, chico. Ya oíste a la mujer de bata, la busca a ella, no a ti- ronroneó mientras alzaba una ceja como gesto de arrogancia.
-¡Y a Félix! Tenemos que buscarlo- manifestó la peliazul- ¿Y qué ocurrió con la señorita Caroline?
-Tranquila, señorita, ella ya recibió una buena dosis de palizas y se encontrará noqueada un buen rato. En cuanto al chico, él ya se encuentra a salvo, solo falta usted- le ofreció la mano mientras se agachaba como lo haría cualquier cortesano del medioevo.
-Oye, no te pases de listo- alegó Todd interponiéndose.
-¿Disculpa? ¿Cuál es tu problema?- preguntó inflando el pecho e irguiendo la espala para demostrar su altura, su contrincante se vio empequeñecido- ¿Qué pasó? ¿Te comió la lengua el gato?- rio mostrando los puntiagudos dientes. El otro, rojo de la rabia, se quedó mirándolo con el ceño fruncido. En cuanto Chat Noir detuvo su carcajada miró a si alrededor- ¿Y Bridgette?

-¡Tikki, transfórmame!
La mariquita se introdujo en los aretes de la chica y un resplandor rojo la cubrió mientras su cuerpo se envolvía en los ropajes de superheroína.
-¡Ladybug!- exclamó el gato negro al verla llegar- estaba buscando a una chica…
-¿Bridgette? Ya me aseguré de que se pusiera a salvo- contestó sin mirarlo- Además, si nos encargamos ahora mismo de “los malos” evitamos que hiera a más gente ¿no?- pronunció alzando la ceja.
-My ladie es tan lista- ronroneó empalagosamente con una sonrisa.
-Por cierto, la chica me dijo que estabas con un estudiante…- comentó haciendo referencia a Todd.
-Sí, él se fue- respondió simplemente. Al ver que la muchacha no estaba satisfecha con la respuesta agregó- a buscar a Bridgette.
-Bueno, acabemos con esto- concluyó golpeando suavemente con su dedo índice el cascabel que colgaba del cuello de Chat Noir. El felino la siguió hipnotizado.
Encontraron a la profesora inconsciente en una habitación de paredes blancas, ventanas alta y cubierta por mesas, excepto en aquel lugar en el cual la caída de la mujer akumatizada había destrozado los muebles.
-Es un poco decepcionante- comentó Ladybug al observar la escena- supongo que tendré que adivinar donde está el akuma- se hincó para quitarle la pistola cuando la señorita Caroline despertó de la nada y le disparó sobre la cabeza. Una parte del techo se desprendió y cayó sobre el ser gatuno- ¡Chat Noir!
Estaba a punto de hacer lo mismo con ella cuando utilizó su “Lucky Charm” recibió como respuesta un trozo de aluminio. Miró el objeto posado entre sus manos totalmente perpleja mientras parpadeaba repetidamente. La señorita Caroline le disparó con la pistola y ella se cubrió con el papel. Para su sorpresa, al bajar el aluminio posterior al impacto se encontró con su adversaria en el suelo con la cara completamente roja. Tomó el arma que yacía inmóvil y luego de observarla por un momento la disparó. Como sospechaba, irradiaba ondas de calor extremo y el aluminio lo había hecho rebotar. Destrozó el arma y luego se aproximó a un broche que tenía puesto la científica, en el cual se leía: “Mejor profesora del mundo”, de allí se desprendió la mariposita que luego ella logró purificar con su yoyo. Solo después de decir “Miraculous Ladybug” pudo respirar tranquila. Toda la escuela se reconstruyó en segundos y todos los problemas parecieron desaparecer, incluso el director estaba dispuesto a ofrecerle nuevamente su trabajo a la señorita Caroline, a causa del maravilloso poder de Ladybug que arreglaba todos los embrollos que había causado el akuma.
-¡Agh! ¿Por qué tengo tan mala suerte?- se quejó el rubio a sus espaldas- Veo que ya te encargaste de todo.
-Tal vez es porque eres un gato negro.
-No soy supersticioso- se jactó Chat Noir después de soltar una risa de desprecio. Luego de pensar un poco agregó:- incluso si fuera así ¿Por qué habría tenido la buena suerte de conocerte?- pronunció con una sonrisa insinuante y colocándose cerca de su compañera.
-Porque las mariquitas son de la buena suerte, gato tonto- los aretes de Ladybug tintinearon avisando que estaba a punto de volver a su forma de civil.
-Salvada por la campana.

-Desearías- rio. Y se fue corriendo.