Ladybug
miró a su compañero incrédula mientras los animales de papel estaban
visiblemente volando sobre la ciudad de Paris. Eran blancos y tenían dobleces
como los origamis, pero estos estaban claramente vivos y coleando. El chico
trató de pensar en alguna broma para alivianar el ambiente, mas en esas
condiciones el hecho de pensar era difícil. Palomas, halcones, murciélagos,
búhos, colibrís, algunos pterosaurios, un dragón y un hipogrifo, todos surcaban
el cielo nocturno como si hubieran sido parte de él desde siempre. La muchacha
trató de apartar el fantasioso espectáculo de su cabeza para concentrarse en su siguiente movimiento.
-Chat Noir
¿Esos son “los malos” de los que estabas hablando?
-Ah…- el
gato se rascó el cuero cabelludo mientras volvía a la lucidez- Yo pensaba que
solo sería uno, digo… el bicho mencionó a un tipo llamado Papillon- Su mente
daba vueltas mientras trataba de recordar cuales habían sido las advertencias
de la criatura.
-Bueno,
estos parecen bastantes- Por lo que le había dicho el chico, sabía que un ser
malvado iba a atacarlos, mas si esto era cierto todo este poder provenía de una
sola persona, no estaba claro. Tardó unos segundo en idear un plan- ¡Ya sé!-
Extendió su brazo y apuntó la torre Eiffel con su dedo índice- Debemos ir allá
y descubrir de dónde provienen.
-¡Oh!
¿Quién diría que esta aventura se iba a volver una cita?- ronroneó corriendo
detrás de ella, pues el bellísimo monumento se encontraba completamente
iluminado y lo rodeaba un ambiente romántico a cualquiera que lo vislumbrara a
esa hora. Algunos turistas y extranjeros se encontraban observando la escena, pero estaban tan embelesados que
no notaron a las dos figuras que se movían en las sombras y que lograron llegar
a la punta de la torre gracias al yo-yo de la chica con estampado de insecto,
el cual se estiraba y retraía a voluntad. Una vez arriba se dedicaron a mirar.
-Allá-
apuntó el felino cuando encontró la zona de donde parecían nacer los papiros
con alas- Tengo buena vista- Se jactó mientras echaba una mirada a sus garras
negras. Ladybug colocó los ojos en blanco. La situación estaba lo
suficientemente complicada como para que comenzara a elogiarse a sí mismo.
-Chat Noir
¿Por qué no me repites de nuevo lo que sabes?- alzó una ceja interrogante y se
cruzó de brazos.
-Cualquier
cosa por my ladie- dijo haciendo una reverencia- tengo entendido que hay un
villano llamado Papillon, que es el que nos causa todos estos problemas.
También hay algo acerca de unos akumas, los cuales tú debías purificar, mademoiselle.
-¿Purificar?-
interrogó ladeando la cabeza a un lado.
-Sí- su
sonrisa blanca resultó enceguecedora al verse reflejada la luz de la luna,
además el brillo de la torre resaltaba sus cabellos rubios- Aunque no sé a qué
se refiere.
-Está bien,
debemos asegurarnos de purificar ese akuma, sea lo que sea- suspiró- ¿Estás
seguro de que son malvados? Hasta ahora no los he visto atacar a nadie.
Un dragón
de dimensiones monstruosas pasó deslizándose bajo las estrellas y eructó sobre
los vigilantes una gran bola de fuego. Ambos saltaron hacia los lados de la
construcción sobresaltados.
-¿Decías?-
gritó el gato agarrado a una saliente con una risa traviesa.
Cuando la
criatura mítica volvió, Ladybug lanzó su artefacto mágico y rodeó el cuello de
esta para luego tirar de él. La bestia se ladeó hacia la derecha mientras
planeaba debido a la pérdida de control. La valiente chica saltó de la torre, se
balanceó hasta que rodeó al reptil y terminó sobre su lomo, lugar en el cual
logró jalar de la cuerda y se dedicó a importunar al animal en cada movimiento,
haciendo que este se moviera descontroladamente. Finalmente el ser se vio
dominado por la adolescente que ahora podía montar libremente en la gran
espalda de papel.
Mientras
tanto el muchacho observaba embelesado con pupilas alucinantes. La bellísima
señorita acababa de domar un dragón y eso era suficiente para ganarse todo el
respeto que tenía dentro de ese corazón gatuno. Tragó saliva, su corazón
palpitaba maniáticamente cuando ella descendió en su gran montura para que él
se le uniera.
La brisa
nocturna azotaba sus cabellos azulinos mientras el gato sentía el helado
vespertino acariciándole el delicado rostro. El rubio observaba a su compañera con
el brillo estelar en sus ojos verdes. Las estrellas que adornaban el firmamento
y el mar de aves de papel creaban un ambiente de lo más romántico. Pero Ladybug
no estaba distraída en los maravillosos detalles, sino que se preocupaba por
que uno de los extraños entes tuviera la ocurrencia de lastimar a los civiles
que permanecían despiertos, los cuales parecían estar empezando a notar el
extraño fenómeno que se estaba desenvolviendo.
El embrollo
provenía de una amplia calle donde se podían ver cientos de animales de papel
paseando. La heroína tragó saliva, el Papillon debía estar ahí. Descendió hasta
el terreno, pero no pudo evitar que el gato saltara antes de tocar el suelo. Su
compañero se encontró gravemente sorprendido al encontrar a una manada de lobos
que tenían sus ojos asesinos puestos en él.
-Tienes que
estar bromeando- dijo antes de salir corriendo.
-¡Chat
Noir!- gritó mientras su paciencia estaba a punto de hartarse- ¡Vuelve acá!
El felino
se aproximó con los caninos tocándole los pies.
-Si pudieras…-
no pudo terminar la frase cuando una idea le vino a la mente- ¡Cataclismo!- de su mano derecha se
desprendió un aura oscura mientras daba la vuelta y atinaba a tocar a uno de
sus perseguidores con las garras. El ser se deshizo al instante- ¡¿Viste eso?!-
Gritó, pero cuando fue a tocar al siguiente este no sufrió cambio alguno, sino
que limitó a lanzarle una dentellada- ¡Santos Cataclismos!- el poder no volvió
a activarse, por lo que siguió corriendo.
Ladybug dio
un largo suspiro mientras trataba de ignorar a su desastroso compañero. Dio un
gran saltó y se montó al lomo de un elefante. Allí arriba podía ver un poco
mejor. Comenzó a saltar entre distintas criaturas hasta que al fin ubicó a su
objetivo. Era… ¿una chica? Tenía un cabello largo y negro que cubría parcialmente
un rostro pálido y unos ojos llorosos. Usaba un vestido violeta y sobre la mano
tenía una hoja de papel, en la cual escribía. De sus escritos se desprendían
las criaturas. La adolescente de estampado rojo se sorprendió al ver el dolor
de su contrincante y su cabeza se vio atiborrada de interrogantes, hasta que
una pregunta simple y un poco tonta se introdujo en su psiquis: ¿Qué estará
escribiendo? Miró hacia abajo y tomó a un pequeño pollito que se encontraba
revoloteando. Tenía la textura del papiro, pero seguía sintiéndose suave al
sostenerlo. Tomó las esquinas de su cuerpo de papel y desarmó a la cría. Para
su sorpresa, se encontró un poema de amor no correspondido que estaba adornado
con lágrimas. Su corazón se enterneció mientras leía el escrito con los ojos
vidriosos. Esa chica no era el papillon, era una adolescente como cualquier
otra ¿Qué le había ocurrido? Era tiempo de ayudarla, era el tiempo de utilizar
su poder, lo que ocurrió después solo fluyó desde su interior.
-¡Lucky
Charm!
Al día
siguiente ninguno de los dos jóvenes tenía muy claro qué había ocurrido el día
anterior. Solo tenían recuerdos confusos y tan fantasiosos que, a pesar de
haberlos vivido en carne propia, les parecían lejanos, como si no fueran más
que un hermoso y desconocido sueño, ni siquiera la prensa logró capturar aquel extraño
fenómeno de manera que no resultara una locura. Bridgette no consiguió procesarlo
hasta que vio los aretes con diseño de mariquita, que se había quitado el día
anterior, sobre el velador. Al ponérselos nuevamente, la kwami roja con pintas
rojas, también conocida como Tikki, apareció a su lado con una gran sonrisa.
-¡Bridgette!
¿Cómo te fue con el akuma?- chilló la pequeña. La muchacha se sobresaltó
nuevamente, pero al fin pudo absorber todo lo ocurrido el día anterior.
-Aaah…- aún
no se acostumbraba a hablar con su nueva amiga- Sí, yo… utilicé un poder y
luego… capturé una mariposita- logró musita, todavía demasiado fascinada con la
criatura.
-Muy bien,
yo sabía que podrías… ¿Utilizaste el Lucky Charm?- La heroína pestañeó
repetidas veces- Es un poder con el que puedes obtener un objeto cualquiera que
te ayudará a afrontar la amenaza.
-¡Sí, eso
fue lo que hice!- exclamó Bridgette
contenta- Entonces apareció un vaso de agua y no sabía qué hacer con él, pero
luego…- su expresión cambió a una que denotaba molestia- Chat Noir apareció y
me ayudó a derramar el líquido sobre la hoja de papel que sostenía la chica.
-¿Cómo
supiste que ese era el akuma?- La peliazul volvió a mirarla con cara de “yo no
entender”- Es el objeto que el Papillon encanta a través de una mariposa y
logra controlar a un inocente que tenga algún sentimiento negativo en su
interior- Bridgette seguía mirándola, por lo que Tikki dio un largo suspiro y
prosiguió pacientemente- Malvado envía mariposa a persona normal, mariposa se
introduce en un objeto, persona normal se convierte en mala, tú debes destruir
el objeto, atrapar mariposa y volverla blanca, así persona vuelve a la
normalidad- La joven respondió asintiendo repetidamente ante esa explicación.
La kwami por fin pudo respirar en paz- Es increíble que lo hayas logrado por tu
cuenta.
Aunque la
chiquilla hubiera disfrutado llevarse todo el crédito de la maravillosa hazaña
que había realizado, tenía que admitir que el gato había sido de gran ayuda.
Claro, luego de haberse librado de la manada de lobos había tenido la buena
educación de utilizar sus reflejos gatunos y ayudarla a salir del aprieto. Este
muchacho se encontraba en ese mismo momento en la habitación de su mansión,
trataba de arreglarse para ir a la escuela sin hacer caso al extraño ser oscuro
que no lo dejaba en paz.
-¿Félix?-
decía Plagg cada dos segundos- Sé que me escuchas… ¡Félix! ¿Chico? En serio…
necesitas una buena clase de modales- bufó mientras el adolescente arreglaba su
rubio cabello- Si tanto quieres que desaparezca ¿Por qué no te quitas el
anillo?- Félix no respondió- ¡Oh! Veo que te gustó salir de casa o tal vez…
¿Ladybug?- el pequeño ser gatuno notó un leve rubor en el rostro de su
portador- ¡Claro, ya veo! ¡Estás enamorado de ella!
-¡Cállate!
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