La muchacha
se dedicó a dibujar. Había llegado demasiado temprano a la escuela y tenía
bastante tiempo libre. Adoraba diseñar atuendos y cosas por el estilo, por lo
que colocó sus manos en acción y comenzó a dibujar un hermoso sombrero de
encaje rosa. Estaba tan absorta en su trabajo que no notó a su amiga
colocándose detrás de ella.
-¡Bridgette!
-¡Alya!-
exclamó luego de casi sufrir un infarto.
Alya era
una muchacha de cabellos negros, piel morena, gafas y cuerpo voluptuoso. Ambas
habían estado desde siempre en la escuela, pero nunca habían tenido la
oportunidad de hablar entre ellas hasta que la pelinegra se había acercado para
disculparse por el incidente del casillero de Katrina, aquel malentendido que
casi provoca que la protagonista fuera castigada. La chiquilla perdonó a la
muchacha arrepentida con la condición de que nunca más tomara represalias
contra Katrina de esa manera, pues existían otros modos pacíficos de hacerle
ver su error. Desde entonces se habían convertido en amigas y estaban todo el
día juntas. Al parecer Alya era escritora del diario escolar y tenía un
carácter fuerte, detestaba que los matones pasaran a llevar a los demás y no se
quedaba callada.
Félix entró
por la puerta con el mismo aire de formalidad volando a su alrededor que tenía
siempre. Desde que habían acabado en el bosque no habían cruzado muchas
palabras aparte de las de cortesía, pero Bridgette no podía evitar vigilarlo a
cada momento.
-Amiga-
susurró la de pelo negro a su lado- tienes que disimular un poco, se nota
demasiado que te gusta- soltó junto con una risita.
-Yo no…- su
rostro se colocó rojo por la vergüenza y el enojo- Maldita sea- Se escondió
entre sus manos mientras su amiga trataba de consolarla, lo cual se le hacía
difícil, pues la situación le parecía bastante graciosa.
Cuando la profesora
entró en el aula Alya tuvo que abandonar a la peliazul y se encaminó hasta su
lugar. Todos los demás alumnos se sentaron correctamente y saludaron a la
señorita Caroline, la cual se encontraba adelante con una expresión parecida a
la de Félix.
-Buenos
días. Antes de entregar los resultados de los trabajos quiero felicitar al
grupo de la señorita Katrina por haber hecho una muy buena tarea- “¡Qué
fastidio!” pensó Bridgette “Yo hice casi todo junto con Félix” lo cual era
verdad, pues se habían organizado para hacer cada uno una parte y luego
juntarlas para entregar algo decente, una improvisación necesaria luego de lo
ocurrido en el bosque. Por supuesto, la pelirroja solo se había llevado el
crédito por todo el esfuerzo intelectual- Y además tengo que presentarles a un
nuevo integrante de la clase, el cual viene desde Estados Unidos- diciendo esto
entró un muchacho de cabello castaño y ojos grises. La chiquilla notó como el
ambiente se transformó completamente por algunas chicas que cuchicheaban entre
suspiros, ya que el estudiante nuevo tenía un encanto obvio, pero ella solo
pudo congelarse, pues era el muchacho que había visitado constantemente sus
sueños, el chico del tren- Su nombre es Todd, recuerden recibirlo con cortesía-
y en cuanto la profesora dijo esto le indicó que se sentara en un pupitre vacío
y comenzó la clase.
“Por lo
menos no seré el chico nuevo” pensó el rubio suspirando.
Finalmente
sonó la campana y comenzó el recreo.
-¡Míralas!-
Comentó Alya acercándose a la de cabellos marinos y señalando a las muchachas
que pasaban a un lado de Todd, el cual se encontraba sentado guardando sus
cuadernos- Desde acá se puede ver la baba cayendo- a Bridgette le hizo gracia
el chiste, pero no podía reír, pues se encontraba demasiado ensimismada por el
asunto del misterioso sueño. Se levantó y se aproximó a la salida de la sala
con su amiga siempre con la mirada en el chico nuevo.
Fueron a
una banca en la cual la peliazul le expuso sus modelos de ropa a la morena, la
cual se mostró gratamente sorprendida.
-¡Tienes
mucho talento!- exclamó. Su compañera se ruborizó.
-¿Diseñas
atuendos?- La voz provenía de sus espaldas. Ambas se voltearon y para su
sorpresa se encontraron con Todd, allí parado con una sonrisa de lado y el
cabello revuelto- Se ven muy bonitos- atinó a decir luego de darse cuenta de
que sus interlocutoras estaban congeladas.
-Gracias…-
la adolescente cerró su cuaderno y permaneció pasmada con las mejillas
coloradas.
-Eres muy
bonita... ¿Cuál es tu nombre?- hubo un silencio monumental.
-Se llama
Bridgette- afirmó Alya luego de un rato mientras empujaba a su amiga adelante-
Pero ella puede hablar por sí sola ¿No es así?- la peliazul asintió
inconscientemente. Nunca le habían dicho nada parecido, solamente en aquella
noche con Chat Noir, pero aquello había sido a Ladybug, no a ella.
-Un gusto,
Bridgette- tomó la mano de la chica y depositó un besó mientras le dedicaba una
mirada traviesa- Mi nombre es Todd.
-Un placer-
respondió la chiquilla tratando de recobrar el sentido común- Bienvenido a la
escuela.
En un
principio este pareció un incidente aislado, una locura del día. Pero
aparentemente Todd estaba flechado con Bridgette, se dedicaba a buscarla en los
recreos y a lanzarle frases de ligue con una elegancia encantadora. Las demás
chicas se ponían celosas, ya que la peliazul era la única que parecía
importarle al alumno nuevo, el cual rápidamente obtuvo una popularidad
exorbitante. Luego de varios días todos se preguntaban por qué la muchacha se
rehusaba a llevar las cosas más allá con su inesperado pretendiente. La verdad
era que ella solo tenía ojos para Félix, mas este parecía totalmente
impertérrito ante este asunto.
-¡Félix! Te
están quitando a tu novia- le había encarado Plagg en una ocasión.
-No es mi
novia- se limitó a responder.
-¿En serio?
¿No sientes nada por ella? Entonces… ¿Qué fue aquello del bosque?
-Ella es…
mi amiga- para el rubio esta afirmación era algo importante, pues nunca había
tenido un amigo de ningún tipo. Esta muchachita había mostrado un interés
continuo en él desde que lo había conocido, aunque algunas otras chicas también
lo habían hecho posteriormente, pero ellas solo se interesaban en él por su
situación social y su aspecto físico. Bridgette parecía ser la única que le
hablaba sin saber quién era su padre y que trabajaba como modelo.
Mientras
tanto la peliazul tenía problemas para evitar que Todd la besara, pues cada vez
se encontraba más cerca y la había arrinconado un par de veces luego de que
todos los alumnos se hubieran ido a sus casas al terminar las clases. Hasta ese
momento ella había logrado escabullirse de alguna manera, no obstante era
imprescindible evitar que esas situaciones siguiesen ocurriendo, ya que no iba
a poder escapar por siempre.
-Señorita
Caroline, he estado escuchando quejas de varios apoderados sobre cierto incidente
en el bosque hace un par de semanas- el director se acarició los bigotes contemplativamente- me parece que usted ha escuchado sobre esta situación.
-Sí, tengo
una vaga idea de lo ocurrido.
-Bien,
entonces sabrá que fue bastante serio, porque dos alumnos se perdieron y
tuvieron que llamar a algunos rescatistas para lograr volver a sus casas.
Bridgette y Félix- hizo una pausa, en la cual la profesora se mantuvo
impasible- Tengo a los padres de todos los integrantes de esa excursión sobre
mi cuello, especialmente al señor Agreste, y al parecer todos están de acuerdo
en que todo el asunto es culpa suya.
-Eso es
ridículo, yo jamás les dije que hicieran tal cosa. Lo único que hice fue
pedirles una tarea estándar, un simple informe.
-Lo sé, lo
sé, pero ¿qué quiere que haga? No puedo simplemente ignorar a todos esos padres
preocupados- suspiró- Lo lamento mucho, pero tendré que despedirla.
La señorita
Caroline estuvo quieta por unos largos segundos y luego salió de la habitación
sin decir una palabra.
“Esto es
muy injusto” pensó para sus adentros mientras iba a recoger sus cosas a la sala
de maestros “¡Y todo es culpa de Bridgette y Félix!”
Lejos de
aquel lugar había un hombre en una habitación oscura rodeado de pequeñas
mariposas. Él percibió la impotencia y la rabia que se gestaba dentro de la
profesora de química y estaba listo para utilizarla para cumplir sus
propósitos. Tiñó una mariposa de un color violeta oscuro y le envió en
dirección a la pobre alma que estaba a punto de convertirse en el siguiente
enemigo de los héroes.
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