El aire
pesado estaba a quieto a causa de la imperecedera falta de entusiasmo. Algunos
dirían que el ambiente estaba tranquilo, pero todos los estudiantes que estaban
en ese momento presentes en la escuela María Bernette estarían de acuerdo en
que era simplemente aburrido. En ese momento la clase del segundo piso que disfrutaba
la presencia de un tal Félix y una tal Bridgette tenía la sala llena de
estudiantes prácticamente dormidos o a punto de caer en el mismo nido de
Morfeo. Podían estar horriblemente cansados y somnolientos, pero en ese mismo
momento, al resonar el repiqueteo de la campana que indicaba el comienzo de la
hora del almuerzo, todos se levantaron renovados con un aire de alivio, todos
excepto la chiquilla de cabellos marinos, que aún tenía la cabeza pegada a la
mesa mientras susurraba palabras ininteligibles entre sueños. Alya fue a
buscarla, como es usual, y por supuesto que trató de despertarla para que ambas
comenzaran con su colación, pero le resultó imposible llevar a cabo la tarea, pues
Bridgette estaba tan profundamente dormida que solo la caída de un meteorito la
despertaría. La escritora del diario escolar se enterneció al observar el
rostro angelical de su amiga, por lo que decidió que lo mejor era dejarla
descansar y le dejó una nota para el momento en que la pequeña volviera a
recobrar la conciencia. Alya abandonó la sala y la dormilona se quedó
completamente sola. Pero fue en ese momento que una cabeza castaña entró en la
estancia y se acercó lentamente a la muchacha con un aire enternecido y coqueto
a la vez. Se colocó detrás de la chiquilla y fue directamente a su cuello para
olfatearla. Ese fue el meteorito.
-¡¿Qué?!¡¿Quién…?!-
exclamó levantándose rápidamente del asiento. Se dio vuelta y observó a Todd
con los ojos muy abiertos.
-Lo
lamento, no pude evitarlo- tenía una sonrisa en el rostro que rondaba entre
vergüenza y encanto- ¿Por qué escapas de mí, Bridgette?- se acercó
amenazadoramente a tocarle la mejilla con sus suaves dedos, pero ella alcanzó a
moverse por reflejo. El predador ya estaba listo para cazar a su presa y ya no
iba a retroceder.
-¿Yo…? ¿De
qué hablas?- Seguía sobresaltada. Su corazón palpitaba animadamente mientras la
sangre comenzaba a entrar en circulación. Aun no podía darse cuenta de su papel de ciervo a punto
de ser atacado
-Bueno... –
rio tiernamente- no sé si te has dado cuenta, pero he estado mucho tiempo
bastante loco por ti- se ocultó un poco de su rostro bajo algunos mechones de
cabello.
Aquella
declaración era más que obvia, pero la chiquilla simplemente no podía creerla y
nunca lo hubiera hecho de no haberla escuchado saliendo de los labios del muchacho que en ese momento estaba frente a
ella. Se quedó muda, no tenía ninguna pista acerca de qué responder.
Y por
suerte no tuvo que hacerlo, porque la pared que se encontraba a su izquierda
resultó completamente destruida y miles de escombros volaron por la sala para
amenazar a los estudiantes ante la posibilidad de caer sobre sus cabezas. La
chiquilla fue la primera en reaccionar y se abalanzó sobre Todd para que
ninguno fuera alcanzado por los proyectiles de cal y arena que volaban por la
habitación. El estruendo pasó y cuando ella abrió los ojos se dio cuenta de lo
incómodo de la situación. Tenía su propio cuerpo encima del chico que aún se
encontraba aturdido en el suelo. Increíblemente avergonzaba, Bridgette se
levantó rápidamente.
-¡Bridgette!
Aquí estás, ahora no podrás escapar de mis garras- gruñó la Señorita Caroline
desde el espacio que hace poco había sido el lugar de la pared ahora destruida,
mas ahora no lucía como siempre, sino
que tenía un traje verde que se asemejaba a una bata de laboratorio y llevaba
una pistola ridículamente grande en su mano derecha. Su apariencia a simple
vista resultaba un poco cómica, pero ahora mismo para nuestra protagonista se
veía aterradora.
No muy
lejos de ahí, en las mesas que los alumnos utilizaban como comedor en la
escuela, los ruidos de destrucción llegaron a los oídos de la mayoría de los
presentes que se separaban en los que iban a echar un vistazo y aquellos que se
mantenían inmóviles mirando en dirección a la fuente del estruendo.
-¿Qué es
eso?- interrogó Plagg despertando de su sueño de belleza a causa de la mera
curiosidad gatuna. Félix se quedó un momento dudoso con el tenedor en la mano,
pero luego guardó su almuerzo, caminó para ver de dónde provenía todo aquel
ruido y se encontró rápidamente con la imagen de la profesora de química en el
segundo piso con atuendos extraños y una actitud ridículamente malvada- Hmm…
interesante ¿Quieres transformarte, chico?
-¡Chicos
evacúen el área!-gritaba el inspector mientras corría entre la masa de
estudiantes que observaba la escena- ¡Evacúen el área!
Félix se
quedó con los pies pegados al piso pensando en qué hace cuando vio a Alya
corriendo con su cámara fotográfica.
-¿Dónde
está Bridgette?- Le gritó el rubio entre todos los estudiantes que caminaban en
dirección opuesta al incidente.
-Está en la
sala de clases, se quedó durmiendo…-
abrió los ojos sorprendida apenas comprendió lo que estaba diciendo- ¡Oh, no!
Bridgette
trataba de esquivar los ataques de la señorita Caroline escondiéndose detrás de
las mesas de la habitación, mas ella siempre terminaba por encontrarla y los
muebles para cubrirse estaban comenzando a acabarse. La chiquilla comenzaba a temer
por su vida y en cada momento parecía estar al borde del desastre. Finalmente
el momento llegó y ella se encontró acorralada contra una esquina con la
pistola en su nariz mientras la profesora akumatizada dejaba al descubierto su
horrible risa de bruja. La kwami de mariquita se movía inquieta en la bolsa
deseosa de salir.
-Una menos,
ahora solo falta Félix.
Estaba a
punto de jalar el gatillo y la adolescente no tenía idea de qué hacer. Odiaba
ser tan inútil en tales situaciones ¿Por qué tenía que ser siempre la víctima?
Mas un sentimiento de valentía cruzó por su conciencia y entonces recordó la
transformación, el traje, Tikki… no era momento de cuidar su identidad secreta,
tenía que salvarse. Estaba a punto de
vociferar su grito de guerra cuando la maligna figura que tenía frente a ella
fue atacada por una sombra felina que por un momento parecía ser igual de
perversa que la mujer de bata. Bridgette, a pesar del gran sobresalto que
sufrió y que por unos momentos inmovilizó algunos de los músculos de su rostro,
se las apaño para levantar su pequeño cuerpo y correr hasta un lugar cuyos
muros la cubrieran de ojos curiosos.
-¡Tikki!-
gritó, pero al buscar su bolso cayó en la cuenta de que ya no lo llevaba
consigo- ¡Oh no!
-¿Bridgette?-
la voz de Todd resonó a lo lejos. La chiquilla corrió a buscar su mochila
debajo de los escombros que había por la sala- Ahí estás ¿Qué haces? Tenemos
que irnos de aquí.
-¡Un
momento!- gritó justo antes de encontrar lo que estaba buscando.
-¿Qué haces
aquí? Tienes que salir de aquí- la de cabellos marinos levantó la cabeza y se
encontró con un atlético cuerpo cubierto por un traje negro, subió los ojos y
deslumbró el antifaz junto a una salvaje melena dorada, Chat Noir en persona-
¡Vamos!- la agarró por la cintura mientras ella sufría por lo desagradable que
era la idea de tener que ser salvada por ese gato.
-¿Dónde la
llevas? Yo también voy- reclamó el castaño. Bridgette se quería morir del
fastidio al darse cuenta de que se encontraba en un triángulo amoroso.
-Cuidado
con estorbarme, chico. Ya oíste a la mujer de bata, la busca a ella, no a ti-
ronroneó mientras alzaba una ceja como gesto de arrogancia.
-¡Y a
Félix! Tenemos que buscarlo- manifestó la peliazul- ¿Y qué ocurrió con la
señorita Caroline?
-Tranquila,
señorita, ella ya recibió una buena dosis de palizas y se encontrará noqueada
un buen rato. En cuanto al chico, él ya se encuentra a salvo, solo falta usted-
le ofreció la mano mientras se agachaba como lo haría cualquier cortesano del
medioevo.
-Oye, no te
pases de listo- alegó Todd interponiéndose.
-¿Disculpa?
¿Cuál es tu problema?- preguntó inflando el pecho e irguiendo la espala para
demostrar su altura, su contrincante se vio empequeñecido- ¿Qué pasó? ¿Te comió
la lengua el gato?- rio mostrando los puntiagudos dientes. El otro, rojo de la
rabia, se quedó mirándolo con el ceño fruncido. En cuanto Chat Noir detuvo su
carcajada miró a si alrededor- ¿Y Bridgette?
-¡Tikki,
transfórmame!
La
mariquita se introdujo en los aretes de la chica y un resplandor rojo la cubrió
mientras su cuerpo se envolvía en los ropajes de superheroína.
-¡Ladybug!-
exclamó el gato negro al verla llegar- estaba buscando a una chica…
-¿Bridgette?
Ya me aseguré de que se pusiera a salvo- contestó sin mirarlo- Además, si nos
encargamos ahora mismo de “los malos” evitamos que hiera a más gente ¿no?-
pronunció alzando la ceja.
-My ladie
es tan lista- ronroneó empalagosamente con una sonrisa.
-Por
cierto, la chica me dijo que estabas con un estudiante…- comentó haciendo
referencia a Todd.
-Sí, él se
fue- respondió simplemente. Al ver que la muchacha no estaba satisfecha con la
respuesta agregó- a buscar a Bridgette.
-Bueno,
acabemos con esto- concluyó golpeando suavemente con su dedo índice el cascabel
que colgaba del cuello de Chat Noir. El felino la siguió hipnotizado.
Encontraron
a la profesora inconsciente en una habitación de paredes blancas, ventanas alta
y cubierta por mesas, excepto en aquel lugar en el cual la caída de la mujer
akumatizada había destrozado los muebles.
-Es un poco
decepcionante- comentó Ladybug al observar la escena- supongo que tendré que
adivinar donde está el akuma- se hincó para quitarle la pistola cuando la
señorita Caroline despertó de la nada y le disparó sobre la cabeza. Una parte
del techo se desprendió y cayó sobre el ser gatuno- ¡Chat Noir!
Estaba a
punto de hacer lo mismo con ella cuando utilizó su “Lucky Charm” recibió como
respuesta un trozo de aluminio. Miró el objeto posado entre sus manos
totalmente perpleja mientras parpadeaba repetidamente. La señorita Caroline le
disparó con la pistola y ella se cubrió con el papel. Para su sorpresa, al
bajar el aluminio posterior al impacto se encontró con su adversaria en el
suelo con la cara completamente roja. Tomó el arma que yacía inmóvil y luego de
observarla por un momento la disparó. Como sospechaba, irradiaba ondas de calor
extremo y el aluminio lo había hecho rebotar. Destrozó el arma y luego se
aproximó a un broche que tenía puesto la científica, en el cual se leía: “Mejor
profesora del mundo”, de allí se desprendió la mariposita que luego ella logró
purificar con su yoyo. Solo después de decir “Miraculous Ladybug” pudo respirar
tranquila. Toda la escuela se reconstruyó en segundos y todos los problemas
parecieron desaparecer, incluso el director estaba dispuesto a ofrecerle
nuevamente su trabajo a la señorita Caroline, a causa del maravilloso poder de
Ladybug que arreglaba todos los embrollos que había causado el akuma.
-¡Agh! ¿Por
qué tengo tan mala suerte?- se quejó el rubio a sus espaldas- Veo que ya te
encargaste de todo.
-Tal vez es
porque eres un gato negro.
-No soy
supersticioso- se jactó Chat Noir después de soltar una risa de desprecio.
Luego de pensar un poco agregó:- incluso si fuera así ¿Por qué habría tenido la
buena suerte de conocerte?- pronunció con una sonrisa insinuante y colocándose
cerca de su compañera.
-Porque las
mariquitas son de la buena suerte, gato tonto- los aretes de Ladybug
tintinearon avisando que estaba a punto de volver a su forma de civil.
-Salvada
por la campana.
-Desearías-
rio. Y se fue corriendo.
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