Esa noche
estaba recostaba a una orilla del lago, en medio del sonido de los grillos y
hormigas que se trepaban por mi ropa. Allí estaba yo mirando las estrellas. Me
sentía en paz, sola con mis divagaciones, en lo profundo del bosque, rodeada de
naturaleza. Seguramente eran los libros astronómicos que había absorbido toda
mi vida, los cuales me han hecho pensar que los astrofísicos en realidad son
unos soñadores, cuyas mentes no están en la tierra, sino a miles de millones de
años luz en el espacio, igual que yo en ese momento. Imaginando todos los tipos de planetas que podrían
existir, algunos con vida ¿Quién sabe?
Allí estaba
yo, en la orilla del lago con mis divagaciones, cuando escuché el estrepitoso
sonido a mi espalda. Me levanté rápidamente y volteé mi cabeza mientras introducía
mi mano en la mochila donde tenía el calibre 22 rozando la yema de mis dedos.
Entonces pude ver un show de luz y sonido que bloquearon mis sentidos por unos
segundos, se sintió como una explosión. Cuando espabilé tomé el arma y caminé
lentamente hacia el bosque, no se veía ningún tipo de incendio, el lugar se
volvió tranquilo. Una familia de ardillas rompió el silencio, corriendo y
chillando en dirección opuesta a la que yo iba, al mismo tiempo que decenas de
aves salían volando de entre el follaje. Eso no me atemorizó, seguí moviéndome,
me metí entre los árboles buscando algo que pudiera ser causante del estrépito.
Pronto apareció delante de mí un agujero gigante en el suelo, similar al lugar
de impacto de un meteorito o algo parecido. Dentro había un objeto de metal,
oscuro, aun con indicios de fuego en él. No se veía nada más.
Antes de
pensar en cualquier cosa percibí un movimiento entre los robles a mi derecha.
Levanté la pistola y me apresuré en caminar hacia allá. Cuando llegué comencé a
escuchar unos sonidos cada vez más desagradables. Me tapé los oídos
desesperada. De repente se calló. Miré a mi alrededor apresuradamente y no pude
creer lo que vi, delante de mí había un lago sobre el cual había una criatura que
me miraba. No pude distinguirla bien, por lo que me acerqué apuntándola con el
revólver. Su figura era muy parecida a la de un humano, pero su piel era azul y
viscosa. Cuando llegué a su lado no podía estar más segura, era igual a mí,
tenía el mismo rostro, el mismo cuerpo, era como mirarme en un espejo. Me quedé
un momento paralizada, sus ojos me miraban asustados y curiosos, igual que yo.
Yo estaba embobada observando a la criatura. Su pecho subía y bajaba cada vez
más rápido, como si cada vez más le costara respirar. Súbitamente desapareció
dentro del lago, como si su cuerpo se volviera líquido y luego volvió a
solidificarse de nuevo. Sentí compasión, en sus ojos no había más que miedo.
Acerqué mi mano como en un trance, el ser dudo al mirarme y luego hizo lo
mismo. Apenas nuestros dedos se tocaron sentí un ardor insoportable emanando de
ellos. Exclamé un grito de dolor y de un momento a otro todo se volvió oscuro y
difuso, solo podía sentir ese inmenso pesar en mis falanges. Perdí la
percepción del tiempo y dentro de todos los estímulos que recibí cuando estaba
en ese estado solo puedo recordar a alguien gritando Ángel caído, Ángel caído.
Desperté en
un hospital, unas semanas después. Pregunté a las enfermeras, a la
administración, nadie sabe cómo había llegado ahí, dijeron que un día estaba
allí con la manos vendadas e inconsciente.
Tenía unas quemaduras peligrosas, pero lograron salvarme la mano y solo
quedé con unas cicatrices. Cuando salí de allí pregunté por todos lados qué
significaba ángel caído, si representaba algún tipo de código. Nadie me dio
respuesta satisfactoria hasta que un hombre que tenía un restaurante en la
carretera me dijo que significaba una colisión de los ovni contra la tierra,
también me dijo que el gobierno usaba ese código para intervenir en la escena
cada vez que un extraterrestre amenazaba con abrirle los ojos a la humanidad,
luego me ofreció comprar algunas fotografías de avistamiento de platillos
voladores en la zona. Le agradecí la comida y me fui. No tenía ninguna prueba de
que fuera verdad y lo único que conectaba esa teoría con los hechos era un
sujeto paranoico y fanático de los UFOs, pero más allá de mi conciencia y todo
mi pensamiento racional sabía que eso había pasado. Yo quiero creer.
“La verdad está allá
afuera”
Inspirado en “The X files” episodio 9 de la
primera temporada: Fallen Angel
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