viernes, 22 de julio de 2016

Alturas Misteriosas. Capítulo 1: Primer Día de Escuela

“Maestro, esto es peligroso. Ha caído en las manos equivocadas. Todos están en un gran peligro ¿Qué vamos a hacer?”
Lo primero que vio fueron sus cabellos azulinos pegados a sus ojos. Los apartó de un soplido y se sentó entre las sábanas. El primer día de escuela era algo por lo que emocionarse.
Se visitó velozmente, sin pasar a llevar la curita que cubría el corte que tenía en su dedo. A la próxima debería cocer con más cuidado, pensó. Bajó las escaleras corriendo cuando su madre la llamó para desayunar. En el piso inferior la esperaba un gran tazón de leche con cereales, pues tenía que utilizar mucha energía el primer día, según su madre. Lo bebió a cucharadas apresuradas y le dio un beso a su madre para finalmente salir de casa. Su padre trató de despedirse cuando notó que faltaba un pequeño utensilio escolar. La muchacha tuvo que volver a buscar la olvidada mochila antes de precipitarse a la salida.
Bridgette era una muchacha de contextura delgada y un atractivo cabello marino, el cual sujetaba con dos coletas a los lados. Normalmente usaba una blusa blanca con una chaquetilla oscura y unos shorts de mezclilla y ese día no era la excepción. La chica recorría las calles de París con su mirada llena de candidez y optimismo mientras los numerosos coches se introducían por el laberinto de edificios que era aquella ciudad francesa. El sol relucía, como dándole la bienvenida al nuevo año escolar, lo cual solo provocaba que la chiquilla aumentara su entusiasmo. A pesar de su pequeñez en comparación con los altos edificios grises, Bridgette parecía relucir en colores vivos y sonrisas simples.
Sus pies ligeros la dirigieron casi volando a la Escuela María Bernette, una institución con más de 100 años de antigüedad que se había renovado recientemente.  Por fuera el edificio parecía tener un rostro añejo de color beage con una gran puerta escarlata que invitaba a los estudiantes a pasar. Por dentro la escena cambiaba casi completamente. Las paredes color pastel se teñían de un anaranjado oscuro y las arrugas de fundían en paredes lisas. La madera del piso tenía un color sangriento y se podía vislumbrar un largo pasillo por el que los alumnos se dirigían a sus clases, en el cual unas grandes ventanas daban a jardines llenos de vegetación y un par de banquillos para los recreos.
La chica se detuvo y se llenó los pulmones de aire mientras disfrutaba de la vista. Cuando se dispuso a moverse un pie se topó con un pequeño escalón y su cuerpo se vio despedido hacia adelante, por suerte sus manos la salvaron del impacto contra la cara, pero no de las burlas.
Katrina era una estudiante de intercambio, venía de Irlanda y tenía un hermoso cabello rojo que, a pesar de ir amarrado en una coleta, le llegaba a la cintura. Desde que había llegado a la escuela tenía la costumbre de humillar al resto del alumnado como si le significara una gran satisfacción. Solía estar rodeada de gente que la seguía.
-Cuidado con la cola, pequeña raptor- rió. Todos los presentes siguieron su ejemplo. La pelirroja la había apodado así en burla de su cuerpo pequeño y delgado, por lo que luego de un tiempo había mucha gente que la llamaba así.
La chiquilla peliazul se levantó lentamente del suelo, se enderezó los mechones de pelo, se colocó bien la mochila y siguió caminando, pero algo había cambiado en su expresión, ya no era alegría desenfrenada, sino resignación con un nivel de desagrado. Disminuyó la velocidad con la que caminaba y su espalda se torció un poco hacia adelante. De repente había recordado el factor Katrina y su día se había vuelto mucho peor.

-Le juro que yo no hice nada. Estaba en el baño y ¡nunca me acerqué al casillero de Katrina!- exclamó Bridgette señalando la tira adhesiva que envolvía su dedo- Estaba cambiándomela.
-Quiero creerle señorita, pero los alumnos a los que les he preguntado afirman que eras la única que tenía razones para realizar alguna pillería en contra de ella- el director era un viejo barrigón al cual le quedaba un poco de pelo en los bigotes- es su palabra contra la de todos ellos.
-Sí, pero que ella se hubiera burlado de mí no significa que yo iba a vengarme, es verdad, por favor créame- la muchacha dejó escapar una lágrima de frustración.
-No… no llores- el anciano se colocó claramente nervioso.
-No estoy llorando- replicó mientras se limpiaba la gota de agua con una manga.
-Está bien, señorita- volvió a calmarse y apoyó su espalda contra la silla- debido a que no existe ninguna prueba incriminatoria contra usted voy a dejarla libre, pero le advierto- se llevó las manos a sus pocos bigotes- aléjese de los problemas.
Bridgette asintió con entusiasmo y se levantó con una gran sonrisa en el rostro. Corrió hasta la puerta y al abrirla se encontró con un muchacho de cabello rubio que estaba al otro lado. Era unos 5 centímetros más alto que ella y usaba una un elegante traje con chaleco oscuro. Tenía el pelo correctamente peinado hacia un lado y exhibía unos ojos verdes con mucho encanto. Su expresión era seria y miró a la chica con indiferencia, no obstante ella lo contempló con ojos curiosos por unos instantes. Él la ignoró y pasó de largo.
Al salir de la instancia se encontró con un pequeño anciano sentado en las sillas de espera, tenía una amplia sonrisa que provocaba que sus ojos se volvieran dos líneas en su cara arrugada. Era más pequeño que el director, más delgado y tenía más pelo, pero su bigote se asemejaba mucho. La chiquilla se acercó.
-¿Quién es usted?- Se sentó a su lado con los párpados pegados a las cejas.
-¿Hmm?- el hombre volteó la cabeza y al vislumbrarla abrió los ojos - ¿Quién eres tú?
-Bridgette- Le enseñó sus dientes blancos- pero yo se lo había preguntado primero- el anciano soltó una carcajada- ¿De qué se ríe?
-Haces muchas preguntas… yo soy… el hermano del director.
-¡¿En serio?! Pero no se parecen en nada- se rascó la cabeza azul.
-Bueno, tenemos distintas madres. En fin ¿Por qué estabas en su oficina?
-No es nada…- se cruzó de brazos con un puchero- creían que yo había puesto una bomba fétida en el casillero de una alumna. Pensaban que era yo, porque ella se había burlado de mí y tenía razones para vengarme, pero… ¡yo no fui!
-¿Y por qué no?- preguntó mientras se acomodaba en el asiento, Bridgette notó que tenía un bastón apoyado a su derecha- Ella había sido mala contigo ¿No es cierto? Tenías todo el derecho de devolverle el golpe.
La chica se quedó pensativa un momento y estuvo demasiado quieta por primera vez ese día.
-Porque no me gusta lastimar a las personas- se tocó la curita del dedo y comenzó a jugar con ella- Aunque a veces sean como Katrina… hay otras maneras- el viejo la observó cariñosamente mientras ella jugaba con sus pies cuando la puerta que estaba delante de ellos se abrió y apareció el estudiante rubio detrás de ella.
Bridgette alzó la cabeza y dirigió sus pensamientos hacia él, tenía demasiadas preguntas como para expresarlas con algo que no fuera la mirada. El adolescente se mostró aparentemente desconcertado por el interés de la chica, pero unos segundos después volvió a adoptar su expresión imperturbable. Cuando cerró la puerta el anciano habló.
-Has olvidado tú libro.
Miró sus manos y de repente la sorpresa lo invadió, miró al hombre y se volvió para abrir la puerta, pero cuando trató de girar la manija se encontró con que esto era imposible. Lo intentó varias veces antes de empezar a golpear la puerta con los nudillos. Al darse cuenta de que no había respuesta comenzó a llamar al director, le pregunto si estaba bien y fue cuando no escuchó respuesta que comenzó a empujar la puerta con el hombro. En ese punto Bridgette se había levantado de su puesto y se mantuvo expectante, inmóvil tratando de pensar en qué podía hacer. En el instante en que se abrió la puerta el alumno entró corriendo a la estancia con la muchacha detrás de él. El anciano barrigón los miró la cara de preocupación a ambos y se mostró confundido.
-¿Ocurrió algo?
Los adolescentes se miraron. El chico habló.
-Había olvidado mi libro y cuando traté de volver pensé…- el hombre sentado frente a ellos levantó un objeto.
-¿Este?- le dio una rápida mirada a la portada- Usted es nuevo en la escuela, señor Félix, no quiero que empiece con el pie izquierdo.
El muchacho tomó la obra, dio un gesto de afirmación y salió seguido por su compañera. Afuera el hombre ya había desaparecido. Las sillas estaban vacías. El pasillo de paredes calcinas tenía unos cuantos taburetes al frente y a los lados, estaba desprovisto de ventanas y poseía un espléndido suelo de madera. Pero la estudiante no prestaba atención a nada de esto, solo tenía interés para el chico frente a él.
-¿Félix?- preguntó llevando los brazos a su espalda en un gesto tímido- mi nombre es Bridgette, mucho gusto- le mostró sus dentadura en señal de amistad.
-Hola- se limitó a decir el rubio y se alejó caminando.

Esa misma noche Bridgette estaba bordando uno de sus atuendos mientras pensaba en su nuevo compañero. Repetía su nombre de vez en cuando, pues le gustaba cómo sonaban las letras juntas. Sentía cómo un cosquilleo la obligaba a sonreír cada vez que lo recordaba y a veces lo acompañaba una pequeña risa.

Dejó la aguja en el escritorio frente a ella y lo vio. Entre los libros y cuadernos se encontraba una pequeña caja de forma cúbica forrada con felpa carmesí. Habían unas pocas manchas negras en las caras del objeto. La chica pensó que el diseño era muy bonito, pero estaba segura de que ella no lo había confeccionado. Miró a su alrededor y luego lo abrió con manos temblorosas. Dentro se encontraban dos pequeños pendientes con el mismo patrón de la caja en su decoración. Bridgette agarró uno y pensó en la tentadora idea de ponérselos.





Este fanfic está inspirado en el video Miraculous PV, pronto habrán más capítulos...
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